PS_NyG_2001v048n003p0401_0468

460 ALEJANDRO DE VILLALMONTE cálmente pesimista era la dominante, lo que constituía la circunstan­ cia histórica, cultural, sociológica en que se encontraban los hombres de la Ecumene grecorromana. En ella los misioneros cristianos debían a inculturar su Mensaje sobre Jesús Salvador universal. Según la exigencias de este kerigma de salvación y a medida que iban proclamándolo (e in cu ltu rándolo) en la sociedad greco­ rromana, realizaron una intensa labor de reformulación y de autén­ tica ‘recreación’ de todos los elementos que integraban el mito d e la ca íd a , al que tomaron como base y vehículo para comunicar su Mensaje sobre el Salvador: a) La narración mítica sobre la inicial ‘ed a d d e o r o ’ (o el filoso- fema platónico sobre la feliz vida celeste) fue trasformado en el p a r a í­ so del Edén. Y no sólo como habitat privilegiado del hombre primitivo sino, sobre todo, en la afirmación terminante de que este hombre había disfrutado del llamado estado d e santidad y justicia original. En él apa­ rece Adán, hecho de arcilla y barro, según Gén 2-3, dotado de todos los más deseables dones naturales, preternaturales, sobrenaturales. b) El evento in fortunado, indefinido, perdido en la nebulosi­ dad de lo originario que habría causado la pérdida de la felicidad primera, según el mito y la filosofía pagana, se tornó en el p e c a d o d e Adán, pecado de enorme grandeza en sí y por sus consecuen­ cias inmensamente fatídicas. c) La p é r d id a d el f e l i z estad o p rim ig en io. Los mitos simple­ mente lo narran/relatan como el paso, de alguna manera obligado, cambio de una situación existencial a otra y otras. No conlleva res­ ponsabilidad ni categoría ética, y menos religiosa. El mismo evento es trasformado, por obra de los teólogos cristianos, en un acto de expulsión violenta, castigo in ferido por un Dios justamente enojado con el hombre pecador (DS 1511). d) La miseria hum ana. Punto de partida y de llegada del mito y de la filosofía pagana, es, también, objeto de reflexión y de profun- dización insospechada por parte de la teología cristiana. Esta miseria no abarca sólo ni principalmente el sufrimiento y la muerte: se hace consistir, sobre todo, en la esclavitud del hombre bajo las fuerzas del Maligno; en «la dura necesidad de pecar» en la que incurre; en haber­ se tornado ante Dios en masa de pecado, de condenación. 0 La in ten ción e tio lóg ic a d e los relatos m íticos, meramente narrativa, sin pretensión propiamente ‘docente’, ya en Platón se

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz