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EL MITO, LA FILOSOFÍA, LA TEOLOGÍA, EL DOGMA.. 451 el mito no como falsa explicación por medio de imágenes y fábu­ las, sino como un relato tradicional referente a los acontecimientos ocurridos en el origen de los tiempos y destinado a establecer las acciones rituales del día de hoy: en general, a instruir aquellas corrientes de acción y de pensamiento que llevan al hombre a cono­ cerse a sí mismo dentro de este mundo»35. Las anteriores someras aclaraciones apuntan, por nuestra parte, a una rehabilitación del concepto de «mito» a la hora de aplicarlo al venerable y solemne dogma cristiano del PO. Por eso esperamos que la designación de «mito del pecado original» con la que nos refe­ rimos a esta doctrina, siguiendo la idea de muchos historiadores de las religiones, mitólogos y exégetas, no sea interpretada como si tal doctrina estuviese estigmatizada, ya inicialmente, por alguna conno­ tación peyorativa que la desvalorice radicalmente, es decir desde su raíz. Aunque pongamos al «dogma» del PO en conexión segura con la más humilde categoría del «mito», con ello no lo desposeemos, en forma tajante, apriorística, de sus posibilidades para expresar expe­ riencias humanas y religiosas profundas y auténticas. Queda la tarea ulterior de especificar cuáles sean estas experiencias y verdades que el mito/dogma quiere trasmitir. La experiencia germinal/originaria que el mito de la caída quie­ re racionalizar, dar una explicación «lógica» (regida por un logos, no arbitraria o absurda) sobre el hecho de la miserable condición huma­ na: de dónde proviene tanta miseria, de dónde el mal (unde malum, unde miseria). Intenta ‘explicar’ el hecho narrando, relatando, con­ tando lo que pasó in illo tempore, en estilo simbólico mitopoético que le es propio. El «dogma» del PO asume la misma tarea, pero, como observa Ricoeur, lo hace con pretensiones de ser la explica­ ción definitiva y total. Es decir con las pretensiones propias de una gnosis: de un saber superior, misterioso, perfecto y salvador. Por otra parte, recordemos lo que decía Aristóteles: que el mito, en cierto sentido, es inseparable del logos. Se provocan mutuamente. 35 R ico eur , Finitud y culpabilidad, p. 237. Aristóteles dice que «el amante de los mitos (filomitos) es, de alguna manera, filósofo (amante de la filosofía); pues el mito reúne en sí cosas admirables» (Metafísica A, 982 b). Parece que, también, para el Filósofo, «el mito de que pensar».

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