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EL MITO, LA FILOSOFÍA, LA TEOLOGÍA, EL DOGMA.. 441 tuita amnistía, como perdón otorgado en forma incondicional. La Jus­ ticia de Dios se torna pura Gracia, Amor/Agape. Por parte el hom­ bre, se le pide la libre, generosa entrega a la acción de la Gracia con corazón contrito y humillado. Hacer intervenir en este proceso de reconciliación del hombre con Dios la pena, el castigo, la obligación legal de satisfacer a Dios mediante la ofrenda de carneros y otros holocaustos (aunque sea simbólica) es mecanizar, materializar, man­ tener resabios de primitivismo cultural y psicológico y hasta de magia, tanto en referencia a la acción de Dios, como en la indispen­ sable y buscada respuesta del hombre al perdón. Decir que el inmen­ so pecado cometido por Adán para dar satisfacción a la justicia tenía que ser arreglado por el inmenso castigo por parte de Dios (o satis­ facción o castigo), es darle al proceso de reconciliación un carácter del todo jurídico, legalista y del todo humano. Este Dios justiciero castigador del pecado adánico es incompatible con la idea neotesta- mentaria de Dios Amor. La actual teología católica reacciona fuerte­ mente contra esta presentación de un Dios iracundo y hasta sádico, tal como lo hace la doctrina clásica del PO 29. Ya se puede percibir cuán falto de sentido teológico es decir de que la existencia de tanta miseria en la historia humana es ‘justo’ castigo de Dios por el primer pecado. Terminamos este apartado con una reflexión global y crítica de conjunto: — Los mitógrafos y filósofos paganos , generalmente, de una manera u otra, hacen responsable al hombre de la miseria en que se encuentra. Sufre el debido castigo de su culpa. Pero ni la culpa 29 En la actualidad se percibe una fuerte ofensiva contra la imagen del Dios justiciero, violento, iracundo, vengativo y hasta «sádico» que algunos creen ver en la Biblia. Actitud justiciera que se manifestaría, como en momento muy significativo, en la explicación agustiniana y tradicional del PO. Y que no es infrecuente en la predicación cristiana, hasta fecha reciente. Ver G. Barbaguo, ¿Dios, ¿violento? Relec­ tura de las Escrituras hebreas y cristianas, Estella (Navarra): Verbo Divino 1992 ; F. Varone, El Dios •sádico». ¿Ama Dios la violencia?, Santander: Sal Terrae, 1988 . Buenas observaciones sobre el sentido de la satisfacción/expiación, en la línea en que aquí se habla del tema. También en J. Delumeau se plantea el problema de hasta qué medida el temor y temblor, el miedo al misterio tremendo debe entrar en el inicio y desarrollo de la vida cristiana sana. Ver A. de Villalmonte, Cristianismo sin pecado original, pp. 291 - 325 .

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