PS_NyG_2001v048n003p0401_0468

EL MITO, LA FILOSOFÍA, LA TEOLOGÍA, EL DOGMA.. 403 A ) C o n el a p o y o d e san A gustín Polemiza el obispo de Hipona con el obispo Julián de Eclana, destacado «pelagiano»2. Defendía éste que todo hombre, al entrar en la existencia, recibe del Creador una naturaleza buena, sana, ínte­ gra, inocente, no congènita ni estructuralmente viciada y corrompi­ da, como proponía Agustín. Esta afirmación sobre el hombre la hacía Julián apoyado sobre su fe cristiana, en la bondad de la acción creadora de Dios. Y apoyado también por su fe en la dignidad del hombre creado a imagen de Dios, según testifican la Escritura y la Tradición. En forma concomitante operaba en él esta otra convic­ ción de nivel teológico: que el alma humana es creada directamente por Dios, no trasmitida por generación de padres a hijos. Y sería absurdo pensar que el alma saliese de las manos de su Hacedor manchada con algún pecado. O bien que el alma contrajese el pe­ cado por el mero entrar en contacto con la materia corporal, con la corrompida semilla humana de los progenitores, como proponía Agustín. Este creacionismo del Eclanense respecto al origen del alma, ha sido corroborado por las tradición teológica posterior. Pero Agus­ tín tuvo siempre ideas poco claras en este asunto. Se lo impedía su 2 Julián de Eclana (ca. 380-455) fue obispo de Eclana/Eclanum, en el sur de Italia. Es el principal representante del pelagianismo frente a la doctrina agustiniana sobre la Gracia y el PO. El año 418 se negó, junto con otros obispos, a firmar la «Epistola Tractoria» del papa Zósimo, que condenaba el pelagianismo. Desde enton­ ces vivió desterrado y perseguido por la «Inquisición* de entonces. Su doctrina sobre la Gracia es, sin duda, inaceptable. En cambio, respecto a su negativa a admitir la doctrina agustiniana sobre el pecado original, hoy día habrá que darle toda la razón. Fue una auténtica desventura para la Cristiandad occidental que la voz de este hom­ bre defensor preclaro de la bondad e integridad connatural del hombre, creado a imagen de Dios; de su libertad, de la dignidad inamisible de todo hombre («dignitas naturae conditae»), fuese acallada en forma tan tajante y violenta. Sobre su persona y doctrina, P. B row n , Biografía de Agustín de Hipona, Madrid, Revista de Occidente 1969, pp. 507-530; J. L osst , Julián von Eclanum, Leiden, Brill, 2001; J. Lancel, Saint Augustin, Paris, Fayyard 1999, 517-612; G . M. L am beright , «Julien de Eclane Apleal for good Creator», en Augustiniana 38 (1988) 424; A. E. Me G rath , «Divine Justice et divine Aquity in thè Controversy between Augustine and Julián of Eclanum», en Doumside Review 11 (1983) 312-319. Un estudio sobre la justicia de Dios, más com­ pleto desde el punto de vista tanto histórico como sistemático, I d ., Justitia Dei. A Hystoly o f Christian Justification, Cambridge: University Press, 1998.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz