PS_NyG_2001v048n003p0401_0468

precede una culpa. Un sufrimiento tan universal y hondo como el que sufre el género humano exige una explicación universal y radi­ cal. Por tanto, si vemos que todo el género humano sufre tanta miseria y queremos darle una explicación ajustada a razón y justi­ cia, debemos deducir que sobre él pesa un crimen, una culpa, un pecado universal que abruma su conciencia colectiva. Este fenóme­ no de una humanidad abrumada por la conciencia imborrable de una culpa colectiva la describe con notable fuerza dramática y atractivo artístico la pieza teatral de Paul Sartre Las Moscas: las oscu­ ras, pegajosas, insoportables moscas, testigos mudos del remordi­ miento que no muere; del obsesivo, insuperable sentimiento colec­ tivo de culpabilidad. Que ejerce similar tarea a la del gusano roedor de que habla Me 9, 43- El mito de la pena} la teología de la pena y de la satisfacción penal que sobre el mito se ha construido es de importancia primera para percibir el entramado argumentativo, las estructuras racionales que podrían hacer aceptable a la inteligencia humana el abismal misterio del PO. Cierto, la Iglesia occidental no habría propues­ to la doctrina del PO con la seguridad y constancia con que lo ha hecho, de no haber estado del todo convencida de que se trataba de una doctrina revelada por Dios. Pero, en la medida en que tal doctrina ha querido ser apoyada con razonamientos teológicos, pre­ sentados por una inteligencia piadosa, sobria, que trabaja dentro de la analogía de la fe (según el Vaticano I, DS 3016), es la teología de la pena (el mito de la pena, en última instancia) quien ofrece la base racional tenida por más aceptable. Por lo que yo conozco, es san Agustín quien, con mayor énfa­ sis y convicción, ha utilizado este proceso mental para fundamentar su tesis sobre la existencia del PO en todos los seres humanos, nominalmente en los niños «inocentes». «Ya veis (pelagianos) cómo vuestra herejía naufraga en las aguas de esta miseria infantil; que bajo un Dios justo no existiría si la naturaleza humana no la hubiese merecido al ser viciada y condenada por aquel enorme pecado primero- 20. El hecho de que EL MITO, LA FILOSOFÍA, LA TEOLOGÍA, EL DOGMA... 427 20 Textos de Agustín, por su orden, C. Jul op imperf., Iib. III, n. 109; PL 45, 1295. Ibid., n. 61; n. 5.; Ibid., n. 89; 2022, 204. «No contra toda razón sino contra vues-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz