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422 ALEJANDRO DE VILLALMONTE peculiar talante y sensibilidad, su desarrollo humano y cultural, según sus intereses éticos y religiosos. Desde que el ‘homo sapiens’ comenzó a reflexionar sobre su situación en el mundo se encontró a sí mismo rodeado del mal: de enfermedad, dolor, muerte; de la desarmonía interna consigo mismo, con los otros hombres, con el cosmos, con el misterio del Absoluto. Sería superfluo entrar en detalles sobre un hecho tan enorme y universal. La tragedia griega, los lamentos de los textos asirio-babi- lonios sobre el absurdo del justo sufriente, el libro de Job. En el mundo grecorromano, en el que germinó y se hizo fuerte la teoría del PO, tenían gran presencia e influencia sistemas filosófico-teo- lógicos cuyo pesimismo antropológico se ha hecho proverbial: el maniqueísmo, gnosticismo, encratismo. Los cristianos de esa época participaban ampliamente de este pesimismo generalizado, como lo muestra el libro de E. R. Dodds. San Agustín h iz o d e la m iseria hum an a tema p referen cia l d e su reflexiones sobre el PO. A base de esta teoría respondía él a la eterna pregunta sobre el origen del mal (unde malum). Dentro de la tradición agustiniana son conocidas las clásicas meditaciones de B. Pascal sobre la miseria (misére) huma­ na. Sobre ella cimenta su visión «cristiana» del hombre 17. En la época actual el discurso clásico sobre la miseria humana se trasforma en el tema de la alienación de que habla la filosofía idealista alemana. Kierkegaard puso en circulación el tema de la «angustia existencial» en evidente y buscada conexión con el proble­ ma del PO. También la antropología marxista concede al tema de la alienación un lugar preferencial. El pecado de la apropiación priva­ da de los bienes comunes sería el sustituto del pecado que la teolo­ gía cristiana propone como originante de la miseria humana. El exis - 17 El argumento agustiniano tuvo buena aceptación en la Edad Media, especial­ mente en san Buenaventura. Posteriormente lo asume Pascal con sus reflexiones sobre la ‘miseria’ (‘misère’) humana, y lo hace punto de partida para desvelar el misterio del hombre desde el misterio del PO, originante y originado. Lo recoge, en sustancia, el Vaticano II (GS, 12-13). A la formulación antigua se incorporan ideas modernas sobre la alienación, división interna del hombre, desgarro existencial, angustia existencial, no ajenas, históricamente, a la concepción protestante del PO. Ver J. F lick -Z . alszeghy , Antropología Teológica, Salamanca: Sígueme, 1970, pp. 217-3216. E. R. D odds . Paga­ nos y Cristianos. Algunos aspectos de la experiencia religiosa desde M. Aurelio a Constantino, Madrid 1975.

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