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EL MITO, LA FILOSOFÍA, LA TEOLOGÍA, EL DOGMA.. 421 na, que se ha hecho común en la cultura de Occidente. En esta visión, que podemos llamar ‘bíblico-cristiana’ no queda lugar para hablar de una humanidad paradisíaca, ni de estado de santidad y justicia original, como han sonado y pensado, durante siglos, la gente cristiana y los teólogos. Únicamente cabría hablar de la utopía referida a un paraiso que estuviera delante de nosotros, en un futu­ ro siempre mayor. Los influenciados por la filosofía platónica, por los misterios órficos, por el gnosticismo, pensaban que las almas habían sido des­ terradas de su primera mansión celeste y encarceladas en la materia corporal. Los teólogos cristianos eran los que tenían las frases más duras para expresar el modo como se perdió el paraíso. La primera pareja pecadora habría sido fulminada por la justa ira de Dios ofen­ dido. Esta mentalidad ha quedado reflejada en forma imperecedera, entre otros testimonios, por Miguel Angel en uno de los frescos de la Capilla Sixtina. Los teólogos defensores del PO necesitaban dar al comportamiento de Adán-Eva en el paraíso un grandioso dramatis­ mo por motivos de «teodicea»: Dios es inocente, no tiene culpa de que haya tanta miseria en el mundo. Únicamente ejerce sus dere­ chos de juez justo ofendido por el hombre rebelde. Razonamiento del todo discutible, según veremos. La expulsión del paraíso con las fatales consecuencias que la acompañan no sería justa, por parte de Dios, si no hubiera precedido un enorme pecado por parte de toda la raza humana sintetizada en el patriarca Adán. D) La MISERIA HUMANA Es el constante punto central de referencia, de partida y de lle­ gada, de todos los textos que intenta informar sobre el origen pri­ mero de la situación desgraciada en que se encuentra la humani­ dad. Después de haber hablado de la felicidad inicial y de su posterior pérdida, todos los relatos ponen al lector frente a la dura realidad de la actual miseria humana. La historia de la humanidad comienza bien, pero sigue muy mal. La vivaz y universal experiencia del mal humano, de la miseria, es, en primer término, el punto de partida de la reflexión de los mitógrafos, de los filósofos, de los teólogos. Obviamente, cada gru­ po vive, siente, reflexiona y se expresa sobre esta miseria según su

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