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416 ALEJANDRO DE VILLALMONTE Dentro de la tradición, tanto secular como religiosa de Occi dente, sin olvidar del todo la ‘edad de oro’ de nuestros clásicos, ha prevalecido la designación de «paraíso» (paraíso terrenal, edén, jar dín del Edén) para hablar de aquella situación privilegiada que habría disfrutado la humanidad primera. El judaismo intertestamen tario primero y, con no menor decisión y olvido de la sobriedad intelectual, la teología cristiana, ya muy tempranamente realizó una intensa tarea de historificación, idealización y hasta ontologización de la figura de Adán-Eva; del jardín de delicias en el que Yahvé Dios habría colocado a la primera pareja. Mejor, como dicen las traduc ciones modernas, al primer Varón y a la primera Mujer, y no preci samente a dos individuos llamados ‘Adán y Eva’. Muy tempranamen te surgió en la Iglesia cristiana la esplendorosa y hasta fantasiosa «teología de Adán», harto conocida y que sale al paso siempre que se habla del PO. La exégesis crítica actual no encuentra base ningu na en Gén 2-3 para proceder a la sublimación del jardín/edén ni de los personajes que lo habitaron. Hasta entrada la Edad Moderna era opinión/creencia común que el paraíso del que habla Gén 2-3 había existido como lugar geográfico, como hábitat físico privilegiado de la primera pareja humana. Más aún, pensaban que seguía existiendo este paraíso como lugar geográfico en alguna región misteriosa e inaccesible del nuestro planeta. De todas formas, eliminada la «teología del Adán» con su fantasioso ‘paraíso’ y su pretendido «estado de santi dad y justicia», todavía podrá conservarse vigoroso en nuestra cul tura occidental, tanto civil como religiosa, el mito-símbolo del para- tra: en la poesía, en las diversas artes, en la teología, en la espiritualidad cristiana, en las utopías y ensoñaciones de tantos pueblos y épocas. Todavía hoy mismo los cristianos hablan del cielo, de la vida inmortal y feliz con Dios bajo el símbolo del ‘paraíso celestial’. Los musulmanes tiene como culmen de su esperanza escatológica la vida resucitada/feliz en el ‘jardín de Alá’, del que habla el Corán como premio a los fieles. Algunos políticos del siglo xx todavía lograron encandilar a las masas proletarias con el señuelo del ‘paraíso’ marxista. Ver ulteriores indicaciones en A. d e V illa lm o n te , Cristianismo sin pecado original, 133, 221-229. En los actuales cultiva dores del pensar y desear utópico, todavía resuena el eco lejano del ‘retorno al para íso’. Pero el deseo ha cambiando de orientación. Ahora se mira hacia el futuro, hacia la utopía de la conquista del paraíso en un futuro siempre mayor. En realidad, según expone A. d e V illa lm o n te , «N o hemos perdido el paraíso. Comentario al libro de A. S. V a z», antes citado. Ver Naturaleza y Gracia 47 (2000) 215-238.
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