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376 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO una ética filosófica, que, a su vez, traduce lo principios de la psi­ cología aristotélica de las pasiones o de las vires a n im a e . Es la supremacía de la vis r a tion a b ilis sobre la vis ira scib ilis y la vis co n cu p is c ib ilis218, que se traducen en un proyecto ético de exis­ tencia 219. El predominio de la concupiscencia’ supone la inversión de estos planos éticos, la presencia del desorden moral en el hom­ bre es debida a la culpa. La doble dimensión de la corrupción que san Buenaventura establece nos solum p o en a lite r , sed etiam cul- p ab iliter, razonada desde el debitum ordin is, c a r en tia inn o c en - tiae, p red om in an tia con cu p isc en tia e220. El elem en to f o rm a l d e l p e c a d o orig in al es la p riv a ción d e la ju s tic ia original, y el elem en to m aterial es la con cup iscen cia . La fórmula bonaventuriana, como quiere D. Lottin, evoca el esque­ ma aristotélico de materia y forma, por vez primera propuesto por Alberto Magno221; en san Buenaventura el elemento material con­ lleva el elemento formal y positivamente lo incluye. La esencia del pecado original es la concupiscencia que incluye la carencia de justicia 222. La síntesis bonaventuriana, en este punto, es la confluencia de las doctrinas de Alejandro de Hales, que ha sido el primero en fun­ dir en su sistematización las doctrinas de san Anselmo y las de san Agustín. Alejandro ha definido la esencia del pecado original como la caren tia vel nuditas iustitiae debitae. Esta fórmula se encuentra ya en la Glossa de Alejandro a las Sen­ tencias. El lenguaje teológico de Alejandro, si asume terminología procedente de Esteban de Langton, asume también ideas procedentes de san Agustín, que pueden considerarse como pertenecientes a la mentalidad teológica el siglo xiii . El binomio adversio-conversio , si bien pertenece a la teología del pecado, en general, en cuanto que 218 Cf. A ristóteles , Topicorum, 5, 1. (Ed. Bekker, I, 128). 219 Cf. A ristóteles , Ethicorum I, 11 (Ed. Bekker, I, 1110); 3, 13 (Ed. Bekker, I, 1117-118); 10, 7; Politica 1, 3 (Ed. Bekker, II, 1252). 220 Cf. 2 Sent, d 30 a 1 q 2 conci. (II, 719). 221 Cf. O. L o ttin , «Le péché originel chez Albert le Grand, Bonaventure et Thomas», en Recherches de Théologie Anncienne et Médiévale 12 (1940) 275-328; cf. pp. 280. 222 Cf. 2 Sent, d 30 a 2 q 1 conci. (II, 722).

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