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364 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO de su tiempo. Una figura que parece casi mitificada, adornada de unas prerrogativas sublimes. No obstante el hecho de esta mitifica- ción de la figura de Adán, hay que cuestionarse si puede ser elimi­ nada de la teología de Buenaventura, porque las limitaciones reales del hombre encuentran una explicación satisfactoria en la idea de la pérdida de la recütud original, como situación existencial de la que Adán gozó y a la que ha seguido una miserable desviatio, según la glosa a Ecl 7, 30 173. Lo que sigue al status naturae conditae, tras el pecado, es un status desviationis, que supone el deterioro de la naturaleza huma­ na. Deterioro que contradice la voluntad creadora de Dios sobre el hombre. En este sentido, el pecado original es un desorden, no in substantia, sino in potentia 174. En san Buenaventura hay una con­ cepción del pecado original elaborada en categorías de enfermedad o infección 175, desorden 176, pérdida de rectitud 177. Más que una destrucción de la naturaleza, el pecado representa su herida: defor­ mación de la imagen 178; por eso el hombre conserva su condición de imagen divina, dado que le es natural. Dentro de la visión estéti­ ca del mundo, el pecado ha supuesto una inversión de órdenes: el mundo ha perdido su transparencia trinitaria, y el hombre, su capa­ cidad de descubrirla. El mundo es un enigma para el hombre y el hombre un enigma para sí mismo 179. En su dimensión antropológica, el pecado es una corrupción del modo, especie y orden 180. En esta clave tenemos que el centro mismo de la persona humana ha quedado deformado, en cuanto que la relación del hombre se ve afectada por el hecho del pecado. 173 Cf. 2 Sent, proem. (II, 5). 174 «Secundo modo accipiendi, scilicet prout dicit vitium deordinans poten- tiam, sic quia fomentum istius deornationis ortum habet a carne, et rationalis motiva curvari habet per appetitum sive conscupiscentiam sensitivam», 2 Sent, d 31 a 1 q 2 conci. (II, 744). 175 «Quia ergo est morbus inficiens personam pariter et naturam, personam in voluntate, naturam in carne», Brev. 3, 7, 2 (V, 236). 176 Cf. Brev. 3, 3, 2 (V, 332). 177 Cf. Brev. 3, 5, 3 (V, 234); 2 Sent, d 33 a 3 q 1 conci. (II, 788). 178 Cf. 2 Sent, d 28 a 1 q 1 conci. (II, 788). 179 Cf. Myst Trint q 1 a 2 conci. (V, 55). 180 Cf. Brev. 3, 1, 3 (V, 231).

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