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356 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO mentos fundados en las propiedades divinas de justicia, equidad, sabiduría y bondad, argumentos de convenientia. La doctrina del pecado original puede ser considerada como una teoría que, de modo derivado, procede de la fe. La afirmación central es la dimen sión salvadora de la muerte de Cristo, que sería inducida por el pecado humano. Los esquemas organizativos de la cristología son eco de esta aludida confesión de fe, en cuanto que la cristología queda organi zada como una soteriología. La metodología adoptada condiciona toda el planteamiento del problema. El tipo de argumentación empleado en la hamartiología es análogo al empleado en el análisis de la vatio praecipua Incar- nationis: el argumento ex pietate fidei, que parte de la analogía de la fe. Conforme al sentido último de las fuentes bíblico-patrísticas, no sólo en sus afirmaciones explícitas, sino en su sentido profundo. Es un tipo de argumentación familiar a la Escuela Franciscana. Si la fe proclama que el Hijo de Dios padeció por nosotros para librarnos de la muerte, la muerte ha sido introducida en el mundo por el pecado del hombre. La teoría sobre el pecado original apare ce más como una conclusión teológica que, como un dato de la fe, dado que su presencia en la sistematización teológica, viene dedu cida del dato central de la fe. A la auctoritas bíblica se le da un valor de confirmación. La conclusión que Buenaventura establece es que el estado de corrupción en el que se encuentra la naturaleza humana no es una condición natural, sino debida a la prevaricación del primer hombre 146. La clave de lectura del pecado original es una clave estética, es el desorden introducido en la naturaleza humana. La capitalidad de Adán respecto de la humanidad da la razón de la corruptela en los demás hombres. Al estar la naturaleza humana seminalmente com prendida en Adán, todo el género humano ha quedado en él corrom- 146 «Dicendum absque dubio natura humana in has corruptiones deiecta est mérito primae prevaricationis, non instituía a primordio suae conditionis. Hoc enim fidei veritas praedicat, sacrae Scripturae auctoritas confirmât, rationis probabilitas manifestai», 2 Sent, d 30 a 1 q 1 concl. (II, 715).
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