PS_NyG_2001v048n003p0313_0399

PECADO ORIGINAL. LA INTERPRETACIÓN DE SAN BUENAVENTURA 343 ciones de las que él mismo es deudor y que se reflejan en el tema de la rectitud original del hombre. En cierta medida, Adán es una figura ideal y arquetípica de la humanidad, cuya estricta historici­ dad es admitida, como en toda la exégesis y teología del momento, sin ninguna reserva. En la protología bonaventuriana, el concepto de rectitud pue­ de ser percibido por una ley de contrastes. El vocabulario acusa una riqueza que puede reducirse, sin embargo, a un común denomina­ dor. Innocentia, tempus naturae institutae, natura incorrupta, prima conditio, natura integra son términos siempre unidos al término sta­ tus. La significación de este concepto es decisiva para determinar el verdadero sentido de la rectitud original. Aparte de ser empleada en el sentido usual, como condición u opción de vida, que pudiera ser traducido por «estado», en su significación más corriente, la palabra tiene también una valencia teológica y espiritual, indica una situación existencial de acabamiento y consumación que supone todo un iter de transformaciones, que opera en la vida de la gracia, con sus rami­ ficaciones en hábitos, dones y bienaventuranzas. El status vendrá dado por la situación existencial que opera en la vida de gracia deri­ vada de la actividad de los dones del Espíritu Santo101. En protología, el concepto puede ser entendido como una situación existencial del hombre, siempre relacionable con los momentos centrales de la historia de la salvación 102. La terminolo­ gía bonaventuriana sugiere una situación existencial del hombre, anterior a la actual, cualificando aquella situación como más perfec­ ta que la presente 103. El concepto de rectitud alude a una situación existencial del hombre anterior al pecado y sólo por contraposición al status naturae lapsae puede ser comprendida. Este status, ¿era una situación del hombre o hay que entender el concepto como un constitutivo de la condición humana? Si el sta­ tus rectitudinis fue un constitutivo de la naturaleza humana, la pér­ dida de este elemento equivaldría a la corrupción intrínseca de la naturaleza y habría que buscar adecuadas claves que permitiesen 101 Cf. 3 Sent. d 34 p 1 a 1 q 1 concl. (III, 737). 102 «Est enim status gloriae, et est status miseriae, et est status innocentiae», 2 Sent. d 17 a 2 q 3 concl. (II, 425). 103 Cf. 2 Sent. d 20 a u q 1 concl. (II, 478).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz