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324 FRANCISCO DE ASÍS CHAVERO BLANCO deterioro de su naturaleza es una situación que se transmite por generación a los demás hombres. Muchas de las cuestiones actuales nos las pudo resolver la teología medieval, porque no se habían presentado; pero, por eso mismo, a sus afirmaciones no se les puede conceder una validez universal, porque han tenido su origen y desa­ rrollo en otro clima cultural y teológico, cuyas preocupaciones no tienen muchos puntos de contacto con las nuestras. En estás páginas voy a presentar la doctrina de san Buena­ ventura, para, en otras que le seguirán, mostrar el contexto teológi­ co de la Escuela Franciscana, de cuyos esquemas se nutre el pensa­ miento bonaventuriano, que prolonga y perfecciona los saberes teológicos que ha recibido. 1. EL CONTEXTO DE LA HAMARTIOLOGÍA San Buenaventura desarrolla el tema del pecado original en las últimas distinciones del segundo libro del Comentario a las Senten­ cias y resume su propio pensamiento en pocas páginas del Brevilo- quium. Del resto de su producción puede decirse que en no pocos contextos el tema hamartiológico más que descrito está supuesto. Un tema con el que se cuenta en la soteriología, pero que, al quedar explicado en otro lugar, no se recurre a él para enriquecerlo con apor­ taciones nuevas. Esto no significa que sea un bloque errático de su pensamiento, sino que en él queda perfectamente ensamblado. La teo­ logía bonaventuriana hace una lectura de la historia de la salvación de Dios. Quizás en ella se pueda hacer todavía la clásica distinción entre «teología«, en cuanto «logos» acerca del «Theos», y economía, pertene­ ciendo a la primera la materia del primer libro del Comentario a las Sentencias —la Trinidad— y a la segunda todo el resto: metodológica­ mente aquélla es tratada desde la idea de orden necesario y con razo­ nes necesarias, y ésta, desde la idea de orden histórico y contingente. Un orden hipotéticamente necesario que depende del libre querer de Dios y que es tratado con argumentos de conveniencia que explican la libre acción de Dios. Al principio del segundo libro del Comentario a las Senten­ cias, Buenaventura sistematiza la materia del mismo en una glosa a Ecl 7, 30: «Dios creó al hombre recto y él se mezcló en infinitas

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