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EXPERIENCIA RELIGIOSA Y CREACIÓN ARTÍSTICA 257 totalidad, que se integre, que una escultura nace en hermandad con todo aquello que la rodea, que no sea obstáculo para caminar por ese espacio ni visual ni físicamente. Una escultura no es independiente, está en convivencia con el contorno, convive y se completa con el conjunto como en una uni­ dad y, si está viva, la exigimos un comportamiento como a los seres vivos. Esa es la normalidad que debe haber entre los seres humanos, la criatura religiosa en buena compañía en medio de la naturaleza. Somos parte, nosotros y nuestras obras, de la naturaleza. Ya desde las misma proporciones doradas de la naturaleza va el camino subterráneo por el que avanza la creatividad artística del ser humano. La naturaleza aparece como algo pensado para el hombre, a su medida, y, en correspondencia, él deberá respe­ tar ese contorno, integrarse en esa naturaleza, no en competencia con ella. Parece algo desajustado que una escultura esté en diso­ nancia con su propio ambiente, o que la arquitectura diga «este calor lo arreglo con el refrigerado», «esta mala audición con el micrófono». Estamos agrediendo a la naturaleza cuando olvidamos lo que ella nos ofrece. El relieve d e la Anunciación que recordamos vive en el mate­ rial de arcilla, al descubierto, una naturaleza sin falsedad, en simpli­ cidad. Se acompaña con una mínima coloración cerámica, cierta ape­ tencia por asemejarse con la gama de la naturaleza, la cerámica siempre tan cercana con toda la existencia visual. Se mira al sol y su rojo se nos adhiere a los ojos, se nos mez­ cla de blancura, y eso se recuerda en la vitrificaciones cerámicas. El cielo cargado de nubes, son azules y son grises; llega la tor­ menta y aparecen los morados; de todas esas variaciones son las hilachas chorreantes de la cerámica, huidizas, distintas en sus proxi­ midades. Los verdes de los campos los vemos en la variante del verde cerámico. A los colores no se los define, se los compara con aquellos que tiene la vida y la muerte. En la antigüedad el hombre asociaba el rojo a los ritos funerarios, y todavía en algunas regiones andinas, en los días de la recordación de los muertos, se ven los vestidos

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