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EXPERIENCIA RELIGIOSA Y CREACIÓN ARTÍSTICA 261 también ha de servir para ese encuentro humano, por lo menos que no se den las espaldas unos a otros. La belleza no cuesta dinero, solamente imaginación, y, si falta ésta, no hay despilfarro que la pueda sustituir. Y, diciendo de des­ pilfarras, la explotación comercial del arte, en las dimensiones actua­ les de algunas obras, destruye hasta la misma contemplación estéti­ ca de esas mismas obras de arte, que al mirarlas parece enfermarnos, al convertirse todo este tinglado en algo patológico. Y también lo contrario se hace conflicto cuando el artista reli­ gioso, considerando que su carisma está ordenado hacia los demás, quiere poner un precio reducido a su obra, y así, en consecuencia, su arte no viene a ser considerado adecuadamente. Muchas veces la tasa de una obra, cuando no se la entiende bien, viene a ser el único criterio de valoración. Terminamos. La arcilla es el adecuado elemento para la experi­ mentación en las manos del estudioso, con ella se confeccionan abs­ tractas composiciones, se buscan los ritmos, las proporciones, lo geo­ métrico dejarlo mover por lo intuitivo, en lo abstracto está el esqueleto de la figura, la vida interior, lo afectuoso, el recato, el dominio, la vio­ lencia, la aventura, todo. En esos ejercicios se van descubriendo esas sentimentalidades, se está en la reflexión y encontrando, se van sintiendo en cercanía las distintas expresiones y nacen las sugerencias; unas te llevan a otras. La arcilla es el material para caminar en el descubrimiento y hasta posiblemente aparezca lo inédito. La arcilla es como el material primero para la indagación, desde lo germinal, el primer impulso, el primer contacto con el dedo, los dedos en la arcilla, haciendo el vacío en la arcilla, que es el rostro de María para que quede el asombro, el espíritu, aquel diálogo, ¿en dónde está el reclinatorio en que María estaba arro­ dillada? No existe, la luz lo ha borrado todo y, si algo ha de que­ dar, que sean las huellas de los dedos, cierto recuerdo de huma­ nidad en donde pueda descansar lo espiritual, que le quede cierto contacto cálido. La escultura es cierta deformación amorosa, figura que sugiere, lleva, emociona, arcilla convertida, en frontera con el espíritu, pala­ bra emocionada y siempre agradecida.

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