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228 JUAN JESÚS PINDADO USLÉ Ypregunté a los espejos de las aguas del Jordán y a tu madre, ángel y lirio, al monte y la soledad y al polvo de los caminos. Yya sé por dónde pasas, que te cansas y te abates, Dios en pura encarnación cargando debilidades. En el borde del encuentro tan sólo de amor nos hablas, amor que es mano tendida, perdón y ofrecer la capa, y roce entre los trigales, amor, bienaventuranza. Tu sandalia en el sendero, Amor creador, palabra. Este saber, este conocimiento debe compaginarse con los con­ ceptos de «llegada», de «ver la luz», etc., que analizamos por otro lado. Aquí, la condensación metafórica implica diversidad de ele­ mentos simbólicos del campo, bíblicos, del mar, de la sandalia del caminante, de amor creador y palabra. He aquí una composición en la que el lenguaje y la religiosidad alcanzan una fusión dichosa. Poe­ sía miezana, en suma, que puede calificarse de pre-mística en este «al borde del encuentro» sin bajar al hondón oscuro de la noche. Desde la inicial salutación a los seres del entorno en el alba. Es decir, desde la mística de la naturaleza, pero entendida en clave reli- 77 Véanse notas 29 y 65. En este poema, sin noche oscura pero - tanteando nieblas», como dice en «Mano tan generosa» (p. 57) - encuentra• lo que buscaba, la luz, pues hay una llegada (La llegada, p. 11) con «Dios allá y en mí» (p. 13), como pasará del diálogo con las criaturas a la «urgencia de amor» (p. 76). 78 Ibid., 53. Pero este poema puede relacionarse, asimismo, con el de «Ánfora y divinidad» (p. 43), en donde dice: Te amo en desconcierto y desazón/llevo mi amor tan sólo hasta la vera/sin atreverme a entrar donde quisiera/en la morada de tu corazón,/hombre-Dios.

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