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DEL SUEÑO AL VUELO HACIA DIOS. 227 El hombre, ejerciendo su misión poética, va desde el sueño de las criaturas al vuelo de la palabra que se remonta a diferentes altu­ ras. Nos invita siempre, pero en un momento determinado se encum­ bra y aísla para concentrarse en el «nombramiento» devocional poéti­ co de su acercamiento al Creador. Acercamiento que por la fe y ante la gracia de la inspiración misma creemos que roza la luminosa ante­ sala mística. Llega, y encuentra además la ansiada luz76, como mues­ tra en el poema «El abe del amor»77. Esta mayor aproximación la con­ firma en este análisis otro punto de llegada, el del enormemente significativo poema «Al borde del encuentro»78 del último libro que analizamos, en donde se halla la frase de la que toma el título: Ya sé por dónde pasas. Este poema, desde el punto de vista de los conte­ nidos, es la síntesis de todas las inquietudes del poeta. Pero ya no hay preguntas, sino respuestas obtenidas. Ya no hay un «tú» al que se pregunta para tratar de establecer diálogo (desaparece el destina­ tario interlocutor de las criaturas y del hombre en este libro) sino un caritativo «nos» inclusivo en una ocasión. Vamos a reproducir el poema completo: Te encontré como a cualquiera, pero más. Vienes y vas del trigal a la ribera de la mar. 76 Alfonso A rmas A yala , «La unidad poética de Aleixandre», en Ensayistas cana­ rios (Islas Canarias: Biblioteca Básica Canaria, 1990), 288-292. En este trabajo se aprecia la diferencia de tratamiento de la luz por parte de Aleixandre, aunque en este poeta «sensual y neorromántico», la «radiante visión» llegue a sustituir «la turbie­ dad del sueño»; se dice que humaniza vivamente el cósmico acontecimiento de la noche, rondadora inefable y obsesiva, y que desde «Ámbito» hasta «Sombra del Paraí­ so» basculará «... entre sus tendencias al universo luminoso» de la segunda «y la atrac­ ción inevitable hacia el caos, hacia la turbadora pasión terrena, hacia la ambivalente destrucción amorosa». Lo que cita Mieza de Aleixandre en su obra mencionada En la escuela del día, antes de empezar la presentación del libro, es un verso que defi­ ne el mundo como un sendero para el conocimiento que el poeta confiesa haber hollado en vida. Después la inspiración aleixandrina cita el verbo y la luz por quien viene la claridad y las estrellas —«su inescrutable signo palpitando»— hasta que grita, siente y besa y despierta para reconocer el día.

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