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DEL SUEÑO AL VUELO HACIA DIOS. 223 fórico que pasará del reflejo del «todo te evoca » 62 a la identificación, a la fusión cósmica en un momento dado y aparentemente cuasi panteísta 63. Pero de la mejor oración en este libro da cuenta «Sobre- elevación» 64. Ahora Dios es Mar y Océano, y el lenguaje es directo, para concluir: No tengo duda, Dios, que te encontré y que tu amor total es la razón de tu Verdad, aliento humano, Espíritu, Y tu Verdad de Amor, resurrección. Se irá ya de ahí, por tanto, a la «enajenación», a la entrega total de «Perdido en ti»65: Poseer esperderse en Ti, el amado tan sólo en la quietud. Es un abrazo. Ya no experimentar lejos, rechazo. Consentir en el bien, todo entregado. Ya no dudar, fundido, enamorado, en Ti soy y me encuentro. Sólo un lazo en el que todo es tuyo, en que tu brazo a tu querer me eleva, sublimado. Que yo a Ti, que Tú a mí, decimos mío, Creador, creatura sin desvío posible ya por gracia consentida. Yo no soy yo. Y te devuelvo en paga el amor que me diste, porque se haga sin antes ni después en mí tu vida. Estos textos poéticos son ideales para comparar con la dona­ ción de «... Y no apropiarse la luz»66, en donde, en un plano de soli­ daridad humana, «todavía» hablaba así: 62 lbid., 69 . 63 lbid., 28 y 95. 64 lbid., 91. 65 lbid., 109. 66 M ieza , En la escuela del día, o. c., 27. Véase nota 29.

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