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218 JUAN JESÚS PINDADO USLÉ El texto poético no es suprimido en favor de nada excepto de sí mismo, siendo, según Genette, indisociables significación y forma sin que la primera oblitere o consigne la segunda al olvido 45. Pero la poesía religiosa, saliendo del aspecto formal y las consideraciones literarias, «supera» seguramente este reducido recinto que se le asigna. Por un lado, estaría el lejano precedente de la poesía litúrgica, aun­ que con una tradición más variada de lo que habitualmente se perci­ be 46, pero cuya huella no encontramos, en rigor, que pueda aplicar aquí. El carácter religioso está relacionado con el hecho de «ser elegi­ dos y llam ados y b ajo ju icio , y con una vida qu e ofrecer»47. En la presentación de su libro En la escuela del d ía (Santander 1993), Fer­ mín de Mieza se refiere curiosamente a la «llamada», pero no la trata como algo religioso sino lingüístico, describiendo el proceso creador: «Nunca el p oeta con cibe el p o em a en su totalidad, d e una sola vez. Percibe una llamada, un pensamiento, n ace un verso y d e él va evo­ lucionando el p o em a -48. ¿No puede ser una misma llamada la lingüís- 45 G e n e tte , o . c ., 13- 46 Christopher D a w so n , R eligión a n d the Rise o f Western Culture (Garden City, New York: Image Books, Doubleday & Company, Inc., 1958) 38-43. Señala que no fueron pobres en poesía litúrgica los siglos que siguieron a la caída del Imperio. Indica, a su vez, un contraste entre la poesía litúrgica y secular, y por un lado los moribundos ecos de los últimos poetas de la a tradición helénica de la Antología Palatina, y, por otro lado, con el más grande, Romano el Melodista, dotador del nuevo espíritu de la cultura cristiana con nueva música y ritmo. Por contraste, en Occidente se encuentran dos escuelas en el trabajo del mismo poeta: Venantius For­ tunatas (ca. 530-601), representante de la cultura decadente, componiendo panegíri­ cos a sus patrones bárbaros, pero transformado en la música magnífica del Vexila Regis y del P an ge lin gua gloriosi. Pero será san Ambrosio de Milán quien adopte firmes pasos para la creación de una nueva liturgia poética., mundo espiritual que impactará a san Agustín como reconoce en Las Confesiones. Después, otras figuras: El individualista Prudencio; o el discípulo de san Agustín, con parecido a la poética siria que representó san Efrén y con imitadores para fines de propaganda popular no sólo litúrgicos. Aunque en los siglos vi y vii hubiera una misma teoría ante la común herencia de la Cristiandad de Oriente y Occidente, la variedad iría desde el colorido lirúrgico de la visigótica España y la merovingia Gaul hasta la tradición nor­ teña italiana representada por el rito ambrosiano, o hasta la conservadora y antigua tradición romana, que desde los tiempos de san Gregorio el Grande ejercería influen­ cia normativa en todas las iglesias occidentales. 43. 47 Paul R a m sey , C ontem porary Religious Poetry (New York - Mahwah: Paulist Press, 1987) 2. 48 M ieza , En la escuela..., o. c., 7.

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