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KAIPÓZ. SUPERACIÓN DEL TIEMPO EN EL CRISTIANISMO 195 O KaLpÓQ avisearaÁfiévoz éan: «El tiempo es breve. En ade­ lante los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran como si no lloraran, los que se alegran como si no se ale­ graran, los que compran como si no poseyeran, los que usan del mundo como si no disfrutaran. Pues la representación de este mundo se está acabando*103. Algunos han pensado que el Kaipóc, aquí propone una nueva ética particular, para un breve tiempo intermedio. Cerfaux interpreta que el tiempo en que vivimos, entre las dos venidas de Cristo, «ya deba ser largo, ya breve, es breve para cada uno y todos sus momentos están contados. Porque lo que está en juego es demasiado grave»104. Delling cree que Pablo no se refiere a la brevedad del tiem­ po, por la espera de una pronta venida de la parusía. Cree, más bien, que, según Pablo, en la nueva situación no queda espacio para las cosas que no pertenecen a este nuevo tiempo con nece­ sidad vital. El autor ve este paso en relación con otro de la Carta a los Filipenses: «Deseo morir y estar con Cristo». La entrada en escena de la eternidad reprime al tiempo también en la vida del cristiano 105. El mismo Delling comenta que el tiempo ya no es tiempo en el sentido pleno del término; es tiempo comprimido, en el cual se anuncia ya el cesar del tiempo. Esto sucede en el cristiano, que en Cristo participa ya de la eternidad. Y participa no en una vivencia mística o extática, sino en la pertenencia ocul­ ta y en misterio a Cristo. Pablo, en este paso de la primera Carta a los Corintios y en otros, pone decididamente de relieve la importancia de este tiempo y de la acción humana en el mismo, como sucede en la Carta a los Romanos, en la que Pablo exhorta a los cristianos a la caridad: «Y esto tanto más viendo el tiempo en que estamos ( eíSórec ; roív Kaipóvy, que es ya hora de que despertéis del sueño, puesto 103 1 Cor 7, 29. 104 L. C erfaux , ibid., p. 55. 105 G. D elling , ibid., pp. 89-90; cf. Fil 1, 23.