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188 MODESTO BERCIANO los mismos, también cuando llega el Kaipó c de Cristo, según dice Él mismo: «Al atardecer decís: buen tiempo, el cielo está rojo. Por la mañana decís: hoy lluvia; el cielo está rojo oscuro. Sabéis distin­ guir el aspecto del cielo y no distinguís los signos de los tiempos {rá crrifjLeía tcúv Kaipáv)» 76. Gnilka comenta que se trata del tiempo de Cristo y que este tiempo pide una decisión 11. En la versión de Lucas se dice: «No sabéis interpretar el tiempo presente ( tó v Kaipov ro& t o u > 78. Este /caipá: presente es, según el mismo Lucas, el tiempo de la visita de Dios, que Jerusalén no sabe reconocer: «No dejarán piedra sobre piedra, porque no has reconocido el tiempo de tu visita (tóv Kaipov rfjc: erna/corríjc: <roí)>79. Los Kaipoí se suceden; pero la oportunidad puede ser la última, en un determinado contexto, como sucede en el caso de Jerusalén. Punto culminante de la historia de la salvación es la muerte de Cristo, designada también como su «hora» o su Kaipáz. Esto se ve ya en Mateo, cuando Jesús envía a sus discípulos a preparar la celebración de la pascua: «Id a la ciudad a un tal y decidle: Es un mensaje del Maestro: Mi tiempo (ó Katpó c ¡ jlov ) está próximo; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos»80. Cristo habla de su tiempo, de su hora, de la hora de su muerte. Conoce el momento y lo acepta. 76 Mt 16, 2-3. 77 J. G nilka , Das Matthausevangelium, p. 41. 78 Le 12, 56. 79 Le 19, 44. 80 Mt 26, 18.

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