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176 MODESTO BERCIANO En resumen, como afirma el autor poco después: «Hay un momento (/ca¿pdc) para cada cosa y para cada acción»25; todas tienen su momento propio, sus circunstancias concretas, en las cuales han de tener lugar. Dios todo lo hizo hermoso en su momento {éw Kaipá) avrov) 26. Pero los pasos enumerados antes no parecen indicar un orden de la creación, sino más bien un orden de hechos y de circunstancias históricas, que llegan en los aconteci­ mientos normales de la historia. En todo caso, «cada cosa tiene su momento y su juicio; y el sabio conoce el momento Oa¿poc) del juicio»27. Vilchez comenta que el hombre no tiene poder sobre estos momentos, pero que esto no debería entenderse en sentido deter­ minista. Más bien habría que entenderlo en el sentido tradicional griego de situaciones oportunas que llegan: «El hombre no puede estar más que al acecho para que no se le escape la ocasión cuando llega y apoderarse de ella en la medida de sus posibilidades»28. Comentando el momento de guerra añade aún Vilchez que el autor del libro no habla en sentido riguroso y filosófico, como si hubiera un tiempo dispuesto para la guerra, sino que lo que hace es hablar constatando los hechos como suceden, aunque generali­ zando. En algunos casos el momento designado por Katpó c tiene el sen­ tido de moderación y de medida en el comer y beber. Así, se dice también en el Eclesiastés: 25 Ecl 3, 17. 26 Ecl 3, 11. 27 Ecl 8, 6. 28 J. V ilchez , ibid., p. 226.

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