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5.2.2.1. Ardor apostólico. —Teresa, ya desde su juventud, mani fiesta un alma apasionada y ardiente, envuelta de pasiones. Sabe mos cómo conseguía persuadir las almas en sus ideas, después este ardor le servirá para arrebatarlas del pecado para Dios. Teresita, en sus relaciones, más bien entre sus íntimos, empie za a nacer desde niña el querer conquistarlas para Dios; su sed de almas, que todos santos han vivido, la consume hasta el final de sus días. Esto es tan fuerte y manifiesto en Teresa de Jesús como en Teresita del Niño Jesús 66. 5.2.2.2. Am or a los d em á s .—La vida de todos los santos se puede reducir al amor, han amado, pues si han llegado a la perfec ción, se tienen que asemejar a Dios, de donde parte toda perfección y amor, Dios es amor (ver 1 Jn 4, 8). Se podría deducir que el desarrollo de la perfección o santidad consiste en desarrollar esta capacidad del amor. Nos lo confirman la larga tradición de padres y doctores de la Iglesia, con la base en las Sagradas Escrituras. Teresa de Jesús constantemente manifiesta espontáneamente cómo ama a sus hermanas religiosas, familiares, amigos, conocidos. Teresita del Niño Jesús también posee esta capacidad de amar a los demás, de manera delicada y discreta. Las dos, Teresa y Tere- sita, poseen el amor de Cristo, no aman sólo humanamente sino el mismo amor de Cristo que se manifiesta en cada una de ellas para poder amar más perfectamente a las personas. 5.2.2.3. Obediencia a los superiores .—Tanto Teresa como Tere- sita saben reconocer en sus superiores la voluntad de la Providencia y el acto de su gracia a través de ellos; por esto, muchas veces, aun que la obediencia sea dolorosa, siempre viene aceptada. Véanse las órdenes de los superiores a Teresa, incomprensivos en muchas oca siones ante su actuación de la reforma. ALGUNOS ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA SANTIDAD... 137 66 Ver las relaciones humanas de Teresa y Teresita, y en ambas su ardor apos tólico: S a n ta T e re sa de Jesú s, o . c ., pp. 91, 1210, 1239, 1244, 1263, 1320; P. L a u z e ra l, o. c.y p. 114; ver T e re sa de Lisieux, o. c., p. 302; G. Pap asogli, o . c., p. 404.
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