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ALGUNOS ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA SANTIDAD. 135 La sensibilidad de Madre Teresa se demuestra no sólo en el trato con las personas, el cual va siendo más fino al aumentar la edad, sino que ya desde su juventud, por amor a las personas, era capaz de realizar actividades que no le agradaban 6o. 5.2.1.2. La a leg ría .—Teresa la posee como don natural desde la infancia; Teresita también era alegre en sus primeros años, des­ pués pasará por un período triste de su vida, que influirá en su per­ sonalidad, y posteriormente se va desarrollando, a través de su nega­ ción de sí misma 61. Al final de sus días, poseía Teresita la alegría que brotaba de su virtud vivida heroicamente. Teresa de Jesús, su alegría natural en su progreso espiritual la impregnará de lo divino, es decir, de alegría simplemente humana pasará a ser espiritual62, será fruto de su unión con Cristo; por tanto, más pura y perfecta. En Teresita del Niño Jesús será su alegría, sobre todo fruto de su esfuerzo ascético personal en su unión con Cristo, naciendo tam­ bién una alegría pura y perfecta. 5.2.1.3. H um ildad -sin ceridad .—Actúan con sencillez y domi­ nan las pasiones y el amor propio. Teresita, al principio de su vida religiosa, tiende a justificarse en las faltas, y posteriormente consigue superar esta tendencia, de manera que ni siquiera se defiende cuando es corregida por faltas que no ha cometido, viviendo actos de humildad 63. 60 Ver cómo Teresa leía a su tío libros por acontentarle, actividad que al prin­ cipio le desagradaba: Santa Teresa de Jesús, o . c ., p. 8. 61 Teresita poseía en su niñez una tendencia natural al lloro y a la tristeza; cuando se empieza a olvidar de sí misma, ella dice que ya nunca fue triste. Ver Tere­ sa de Lisieux, o . c ., pp. 44, 47, 82, 316. 62 espiritual: más perfecta. Para que sea más perfecta la persona, el espíritu, dimensión superior del hombre, debe adueñarse, por encima del alma o psique y de su cuerpo. 63 En relación al am or propio escriben Teresa de Jesús y Teresa del Niño Jesús cóm o hay que doblegarlo: Ver Santa Teresa de Jesús, o . c ., pp. 74, 350, 896; ver Tere­ sa de Lisieux, o . c ., p. 193.

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