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126 INMACULADA DUARTE BAYONA 4. FORMACIÓN 4.1. C a r a c t e r í s t i c a s d e l a p e r s o n a l i d a d b ie n f o r m a d a La formación de la personalidad es su construcción, su madu­ rez. Esto designa el estado de aquello que ha llegado a su pleno desarrollo. Se aplica a las personas que pasan de un estado imperfecto o aquel más perfecto, a través del proceso de maduración. En la Psicología se identifica con el pleno desarrollo de las fun­ ciones cognoscitivas y sensitivas. Gracias a este desarrollo, el hom­ bre es capaz de comunicar con los demás la perfección lograda. En cada proceso de formación humana se realiza la expansión y consolidación de todo su ser, que se transforma en algo cualitati­ vamente más y mejor, proceso que fortifica y armoniza todas sus facultades psíquicas 35. La madurez comporta: — Adhesión a la realidad tal como es. — Saber trabajar según las propias obligaciones o empeños. — Saber amar, pasando por los diversos grados del amor, hasta llegar al amor más perfecto, que es el amor espiritual o donación total de sí mismo al otro, poseyendo la unidad fundamental interior de la propia persona. Para que exista una personalidad adecuadamente desarrollada y psíquicamente madura se tienen que verificar las siguientes condi­ ciones: — Presupuesta la espiritualidad, que está finalizada a la au- torrealización, cada actividad debe ordenarse al servicio de la auto- transcendencia, del espíritu. — La donación generosa a los demás se sitúa en primer lugar sobre el narcisismo. 35 Ver definición de madurez de A. Pascucci, en «Caratteristiche della persona­ lità matura», en Compendio di Teologia Spirituale, bajo la dirección de E. Gutiérrez de Cea, PUST, Roma 1992, p. 492; ver la voz madurez espiritual, en AA. W ., Nuevo Diccionario de Espiritualidad, Paulinas, Milán 1979, p. 835.

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