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104 PABLO REDONDO SÁNCHEZ resultado de un proceso en el que se ha anulado la tendencia inmediata y regular de aquélla a comprenderse desde sus referen­ cias mundanas, es posible entender este modo de proceder en tér­ minos de una reducción. En efecto, Heidegger las presenta como lo que posibilitan la reducción a la dificultad intrínseca de la vida, a su intranquilidad esencial, a la confrontación con su ausencia de fundamento, en definitiva, a todos aquellos aspectos que estaban permanentemente encubiertos por una nebulosa en la compren­ sión inmediata que la vida tiene de s í 21. Aunque se pueda hablar de este tipo de operación, hay que decir que los elementos sobre los que se aplica difieren de los propios de la reducción de Hus- serl, el primer referente a la hora de emplear esta terminología. En los cursos de Friburgo Heidegger es muy crítico con este elemento del método fenomenológico husserliano, llegando a decir que la «reducción no es ella misma productiva»22. La razón de esta afir­ mación —ciertamente atrevida— hay que buscarla en la divergen­ cia que lleva implícita con respecto a la manera en que Husserl concibe la actitud natural23. Para Heidegger el principal defecto de ésta —además de los aspectos eminentemente naturalistas que detecta en ella— es su propio nombre, el hecho de que se trate de una actitud, algo que él interpretará en términos de una posi­ ción. Este modo de presentar el ámbito del que tiene que partir la reducción no le estaría haciendo plena justicia, ya que la vida en su facticidad no se desarrolla adoptando constantemente posicio­ nes frente a sí misma. Así pues, lo que Husserl denomina actitud natural sólo puede conservar su nombre impropiamente en el pri­ mer Heidegger, ya que éste insiste en presentar lo que está bajo ese concepto no como algo que se adopta, sino en lo que se está sin necesidad de ninguna operación 24. La actitud natural como el 21 Rodríguez ha puesto de manifiesto esto de manera esclarecedora, estable­ ciendo un paralelismo entre la reducción fenomenológica y la que ejerce la herme­ néutica. Cf. R. R o d r íg u e z , La transformación hermenéutica de la fenomenología, o. c.,, pp. 212ss. 22 Grundprobleme der Phänomenologie (1919-20), o. c., p. 151. 23 Sobre este aspecto, cf. J. van B urf . n , The young Heidegger, o. c., p. 2l4s. 24 Cf. R. R o d ríg u ez , La transformación hermenéutica de la fenomenología, o. c., p. 152. Centrándose fundamentalmente en el curso del semestre de verano de 1925 (Prolegomena zur Geschichte des Zeitbegriffs), este autor ha desarrollado los aspectos

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