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102 PABLO REDONDO SÁNCHEZ contenidos determinados susceptibles de ser captados como presentes (vorhanden), sino que iluminan un modo propio de ser (Dasein). 3. EL FRENO A LA DISPERSIÓN DE LA VIDA Con el fin de progresar en el estudio de las experiencias fun­ damentales es conveniente volver con brevedad a un aspecto ya aludido. Traer a escena de nuevo las relaciones de la vida con el mundo contribuirá a comprenderlas mejor. Como se ha visto, Hei­ degger atribuye a estas experiencias una capacidad reveladora y de mostración característica. En lo que se refiere a las relaciones de la vida con el mundo esto supone que sacan a la luz y desenmascaran los mecanismos que el segundo emplea para hacerse con el mando de la primera. En tanto que suponen un exceso completo con res­ pecto a las perspectivas habituales de la vida (dominadas completa­ mente por el mundo: «nuestra vida, nuestro mundo»18, dice Heideg­ ger en una ocasión) pueden ayudar a hacer que éstas estallen. En la medida en que son vivencias que contribuyen decisivamente a que la vida se percate de la situación en la que se había desenvuelto hasta ese momento, se las puede considerar como sacudidas de luci­ dez que muestran lo más propio del ser de la vida en cada caso, con la ventaja que supone hacerlo sin las interferencias constantes que provoca la vinculación con el mundo. Si el nombre con el que se puede calificar el movimiento que se encamina de la vida al mundo es el de «dispersión»19, la dinámica que inauguran las expe­ riencias fundamentales, en cambio, habría que calificarla como ten­ dente a la concentración. En efecto, provocan un cese del proceso de disgregación de la vida, ponen freno a la pérdida constante de su autonomía para retrotraerla hacia sí misma. 18 Phänomenologische Interpretationen zu Aristoteles, o. c., p. 101. 19 En este caso Heidegger está aprovechando conceptos agustinianos (deflu- xus en concreto) para llevar adelante su análisis de la vida. En el curso del semestre de verano de 1921 tenemos acceso a un esquema en el que se ven con claridad las correspondencias entre aquéllos y éste. Cf. «Augustinus und der Neuplatonismus», en Phänomenologie des religiösen Lebens, o. c., p. 273- Hay traducción española de este texto, a cargo de Jacobo M uñ o z , en Estudios sobre mística medieval, Editorial Siruela, Madrid 1997, p. 175.

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