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100 PABLO REDONDO SÁNCHEZ mucho menos alejadas de las experiencias límite, consiguen poner a la existencia (D asein ) cara a cara con su propio ser. De este modo sus efectos se alian con los intereses de la hermenéutica de la facticidad o, más concretamente, con las exigencias de su pues­ ta en acción que, como se dijo anteriormente, no puede desarro­ llarse en una versión deformada de aquello que quiere interpretar. Las experiencias que nos ocupan actúan retirando súbitamente la máscara y despejando el carácter nebuloso con el que quedó caracterizado el modo de vida cotidiano. En la recensión, cierta­ mente peculiar, que Heidegger escribió sobre el libro de Karl Jas- pers Psychologie d er Weltanschauungen, el primero menciona una existencia de sombras o ensombrecida 15. La ausencia de transpa­ rencia con respecto a sí misma que queda atribuida al discurrir habitual de la vida es lo que las experiencias fundamentales hacen reconsiderar. Ahora bien, es conveniente aclarar que este poder de esclarecimiento no es propio de una situación en la que se ha salido del ámbito de la vida fáctica para obtener información sobre ella desde fuera. En tal caso a la hermenéutica de la facticidad le serían indiferentes las ganancias que eventualmente le pudieran ofrecer las experiencias fundamentales, ya que se habría conculca­ do su principio básico: ser una repetición conceptual de la com­ prensión inherente a la ejecución, al cumplimiento de la vida, al vivir en definitiva. Por tanto, toda experiencia fundamental ha de nacer en la vida fáctica, aunque ésta se de en su modo inmediato y regular, como es sabido por lo dicho con anterioridad, con ten­ dencia a lo que Heidegger nombra en esta época con tres térmi­ nos suficientemente expresivos: la caída (Abfall), el arruinamiento (Ru inanz) y el derrumbe (Sturz). Lo que muestran las experiencias fundamentales no consiste, por ello, en un territorio que consigue permanecer al margen del carácter caedizo de la vida, sino que en ellas se avista precisamente la condición peculiar de ésta. Se le hace patente su modo propio de ser que hasta ese momento no le resultaba accesible. No es extraño que el resultado de este proceso, caracterizado por su subitaneidad y por lo radicalmente novedoso de la perspectiva que inaugura, 15 Cf. «Anmerkungen zu Karl Jaspers, Psychologie der Weltanschauungen *, o. c., p. 3.

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