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tente en todo hombre de convertirse a Dios de todo corazón en el primer instante del uso de razón. Como es un hecho que nadie tiene capacidad para convertirse eficazmente a Dios a menos que crea en Él como quien justifica al impío, debe extraerse la conclu­ sión de que lo primero a lo que queda obligado el hombre, es a creer que Dios justifica, pecando consecuentemente contra la fe el que no creyere. Una persona comete entonces pecado de infideli­ dad a pesar de que la misma no se oponga ni resista a la fe 34. A esta razón se añade la de que, si alguien no quisiera oír al predi­ cador de la fe o rehusara escuchar del mismo la predicación al serle propuesta con suficiencia, rechazaría la fe, lo cual le conduciría a pecar de infidelidad. Como no goza de una eficacia menor ni resul­ ta menos suficiente la inclinación divina que el predicador, habrá que admitir que, si se comete pecado de infidelidad al rechazar al predicador, se incurrirá también con mucho mayor motivo en infi­ delidad si se rechaza la inclinación divina. Deberá reconocerse entonces como buena la consecuencia de que pecaron de infideli­ dad al venir al uso de razón quienes carecen en la actualidad de fe por desconocimiento de la predicación 35. Además, si los hombres hacen cuanto está de su parte mediante la observancia de la ley de la naturaleza, quedan iluminados. Se convierten en capaces de cono­ cer lo necesario para la salvación. Se deduce entonces que los que trabajan en la ignorancia de lo necesaria que es la fe para la justifi­ cación, son culpables 36. LA CONVERSIÓN Pero ¿es que puede creer el hombre en el instante primero del uso de razón hasta el punto de aparecer plenamente como culpable si no creyere? ¿No cabría exculpar más bien a muchos infieles desde la razón de que no recibieron todos la inclinación divina para poder creer? Báñez no lo acepta, ya que esta aseveración significa contra­ decir la sentencia citada de santo Tomás. Equivale a sostener que 34 Cf. nota 7. 35 Cf. nota 8. 36 Cf. notal 10. EL PECADO DE INFIDELIDAD. SU RELACIÓN CON LA CONVERSIÓN... 81

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