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DIOS A IMAGEN DEL HOMBRE 57 tan de forma alegórica, eliminan las afirmaciones antropomórficas y les dan el presunto significado abstracto. En la lucha contra el poli­ teísmo y la mitología la teología no sólo es adornada con ideas doc­ tas sino que se impone utilizando pensamientos filosóficos y se halla determinada por un principio crítico fundamental: la idea de Dios tiene que ser recibida con gran pureza y de forma inalterable frente a las representaciones adecuadas (Filón, Leg All. II, ls.). En todas estas luchas y movimientos el judaismo helenista tam­ poco renunció a la fe en un Dios personal. Un buen ejemplo de ello lo constituye Josefo. Él habla preferentemente, en lo posible, del Dios del AT, pero lo hace con mayor placer de la devoción a Dios que de su temor, de la ira a lo divino que de la ira de Dios y acuña la frase pseudofilosófica: «lo justo está en ellos, el dios en medio de aquellos». También está convencido de que Dios no tiene necesidad alguna y su ideal es «descubrir todo lo relativo a Dios... porque todo lo bello y conveniente se halla en la naturaleza y magnificencia de Dios» 39. Pero es incuestionable que este ideal se halla cumplido en la enseñanza del AT sobre Dios, y el Dios del que él habla es el Dios vivo de sus padres, a pesar del vestido. 3.°) La Sinagoga no tiene aficiones filosóficas. Ella, por princi­ pio, se guardó de toda clase de alegoría. Sin embargo, los rabinos sintieron el problema de los antropomorfismos en el AT. Utilizaron los antropomorfismos y antropopatismos del AT. Más aún, sienten placer en ello y añaden otros a los encontrados en los libros bíbli­ cos. El gran rabino Eliezer el Grande (hacia el año 90) escribe que él ha oído gemir a Dios ante las desgracias de sus hijos. El rabino José ben Halaphta (hacia el año 150) nos cuenta que Dios se auto- dirige a la oración para interceder por su pueblo. Junto a este pla­ cer de presentar a Dios, recurriendo a la forma humana de ser y de sentir, siente la misma necesidad de acentuar la distancia que le separa del mundo humano. Renuncia frecuentemente a pronunciar los nombres divinos como Él, Elohim, Adonay y, en su lugar, recu­ rre a nombres abstractos para sustituirlos, como el Nombre, Kyrios, Memra. El nombre de Yahvé adquiere una categoría tal que se con­ vierte en impronunciable. El rabino Tarphon refiere que se metió 39 E. S tauffer , «Zeós», en TWzNT III, pp. 110-111, nota 300.

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