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56 FELIPE F. RAMOS LXX atribuyen esta amenaza a un án g el d el Señor (como es sabi do el ángel de Señor o de Yahvé es un sucedáneo del mismo Dios). Los LXX introducen muchas veces una palabra y de este modo eliminan la representación excesivamente humana de Dios. El bastón d e D ios lo convierten los LXX en el bastón que había junto a Dios (Éx 20, 4). En Éx 19, 3 Moisés, en lugar de su b ir a Dios, según los LXX subió a l monte d e Dios. La m an o d e Dios se convierte en su p o d e r (Jos 4, 24). El amo llevará al esclavo que ha comprado no an te Dios (Éx 21, 6), sino ante la sa la d el ju ic io o de la administración de justicia, según los LXX. La casa o el templo no está llena de las b a ld a s o vuelos d el man to del Señor, en la visión-vocación de Isaías, sino de su gloria- doxá, según los LXX ((Is 6, 1). La h a b ita ción d el n om b re d e Dios (Deut 14, 23) se convierte en los LXX en la invocación d e su nom bre (el lugar donde será invocado). La presentación de Yahvé como g u errero (= is m iljam ab, en hebreo) la traducen los LXX por d es tructor d e las guerras. Todos los pasajes que hablan de ver a Dios son cambiados por los LXX. Dios no puede ser percibido sensorialmente. Por eso, Moi sés, Arón, Nadab, Abiú y los LXX ancianos de Israel no vieron a Dios (Éx 24, 10), según los LXX solamente vieron el luga r d on d e estaba. Donde Isaías afirma Ya no veré más a Dios, los LXX añaden la salvación-salud (= soteríam ) de Dios. Para los LXX es imposible que Dios se arrepienta de algo. Por eso cambia el texto hebreo cuando en éste se expresa dicho senti miento. Así en Gén 6, 6.7, Dios está indignado por haber creado al hombre, pero no arrep en tid o. Los LXX frecuentemente atribuyen los acontecimientos comprometidos no a la ira de Dios, sino al peca do del hombre 38. 2.°) Los escritos tardíos d e los LXX luchan con medios raciona les contra la desfiguración de la idea de Dios en el culto politeísta. En el lenguaje docto del mundo griego hablan de lo divino, de la divinidad, de la providencia. Los helenistas radicales, desde Aristó- bulo a Filón, llevan esta trayectoria hasta el final y tratan los escritos del AT como los estoicos su tradición religiosa propia. Los interpre- 38 Ed. Jacob, «Dieu», en Vocabulaire Biblique, Edt. von Allmen, pp. 66-67.
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