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DIOS A IMAGEN DHL HOMBRE 55 nos límites a un antropomorfismo demasiado consecuente. Habla de Dios en términos humanos, pero se da cuenta de que no hay una medida de igualdad entre ellos: «No desencadenaré todo el furor de mi ira, no destruiré del todo a Efraím, porque yo soy Dios, no soy un hombre, soy Santo (trascendencia absoluta) en medio de ti y no me complazco en destruir» (Os 11, 9). El profeta Isaías establece claramente la diferencia entre ambos: «El egipcio es un hombre, no es un dios, y sus caballos son carne, no son espíritu. Y en tendiendo Yahvé su mano caerá el protector y caerá el protegido, ambos juntamente perecerán» (Is 31, 3: la oposi­ ción no es entre lo carnal y lo espiritual, sino entre el fuerte y el débil). Por otra parte, el hombre no existe verdaderamente sino como miembro de una comunidad, mientras que Dios se basta a sí mismo y no necesita de una pareja divina. La lengua hebrea carece del término correspondiente de diosa y la designa bajo el común denominador de elohim (IRe 11, 5: «Y se fue Salomón tras de Astar- té, diosa (= elohé, con «h» fuertemente aspirada; aparece esta forma en lugar de «elohim» por razón de ser el sujeto regente de lo que viene a continuación) de los sidonios, y tras de Milcóm, abomina­ ción de los ammonitas» (IRe 11, 5). Dios no tiene hijos; los seres llamados hijos de Dios (Gén 6, 2; Job 1) son seres divinos, pero no hijos engendrados por Dios. Otro límite al antropomorfismo se estableció claramente mediante la prohibición de hacer a Dios una representación figura­ da (Éx 20, 4). Israel comprendió que es imposible reducir a Dios a escala humana y definir una realidad tan misteriosa y tan evidente como es su vida 37. XI. INTENTOS DE SUPERAR LOS ANTROPOMORFISMOS Mencionamos a continuación tres intentos significativos: 1.°) Los LXX luchan por un concepto más puro de Dios. Lo hacen introduciendo pequeñas variantes en el texto hebreo. Donde éste dice que Dios intentó matar a Moisés (Éx 4, 24), los 37 H. A . M e rte n s , o . c ., pp. 74-75; B. W. A n d e rs o n , o . c ., pp. 429-430.

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