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54 FELIPE F. RAMOS encima de la furia de sus enemigos, se buda de ellos. Eso es lo que recoge la expresión , cuando se aplica a Dios 36. 6.°) El antropomorfismo más fino, el que más profunda y exquisitamente refleja el verdadero ser de Dios en el AT, nos lo ofre ce el profeta Oseas cuando describe el corazón desolado, particu larmente angustiado ante su hijo pródigo, Israel (Os 11), o ante el deseo incontenible de restablecer las relaciones amorosas con su esposa infiel (Os 1-3). Un antropomorfismo maravilloso en sí mismo y, sobre todo, considerado como el ensayo y la anticipación del supremo antropomorfismo de la fe cristiana cuando afirma que Dios se ha revelado a sí mismo en la forma de una persona (Jn 1; Fil 2, 1-11...). El intento de despersonalizar a Dios sería una gravísima vio lación del mensaje bíblico que, de múltiples formas, afirma que él es el Tú divino que entra en comunión con el hombre y participa con él personalmente en la dirección de la historia. 7.°) La fe en el Dios vivo tiene su mejor expresión en el len guaje antropomórfico. La idea del Dios vivo da al antropomorfismo bíblico un significado totalmente distinto del que tienen expresiones similares en los dioses paganos: es porque Dios es una realidad viva, un ser vivo, por lo que se puede hablar de él como de un hombre vivo, pero lo es también porque, al hablar de él como de un ser humano se le recuerda e imagina como un ser vivo. El antropomorfismo se encuentra a lo largo de todo el AT y no es ni una forma primitiva de hablar de Dios ni es incompatible con una teología espiritual (Dios ve la corrupción existente en la tierra e intenta un medio de salvación (Gén 6, llss.); cuando no se acepta su plan salvador resulta inevitable la ruina de quien rechaza su oferta (Is 7, 17-18); la venganza y la bendición salvadora se hallan unidas en la acción de Dios y es el hombre el que decide beneficiarse o perjudi carse, según la actitud que tome (Is 63, 6); quiere al hombre y no los templos suntuosos y magníficos que puedan levantarle (Is 66, 1...). Los antropomorfismos van acompañados de los antropopatis- mos. Dios experimenta todos los sentimientos propios del hombre. Ya hemos aludido a ello. Sin embargo, la fe israelita ha puesto algu- 3 6 B. W . A nderson , «God, OT v iew of», en The Interpreter’s Dictionary of the Bible, p. 423.
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