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DIOS A IMAGEN DEL HOMBRE 49 La misma poetización se descubre fácilmente en las teofanías escatológicas: «He aquí el nombre de Yahvé, que viene de lejos. Arde su cólera, es un violento incendio. Sus labios respiran furor, su lengua es como fuego abrasador. Su aliento es como torrente des­ bordado que sube hasta el cuello para cribar a las naciones en la criba de la destrucción y poner bozal de engaño a las mandíbulas de los pueblos« (Is 30, 27-28). La imagen del lagarero enrojecido con el color de las uvas aplastadas es un antropomorfismo literario que describe la justicia divina con una crueldad espeluznante 33. «¿Quién es aquel que avan­ za enrojecido, con vestidos más rojos que los de un lagarero, tan magníficamente vestido, avanzando con toda la grandeza de su poder? Soy yo el que habla justicia, el poderoso para salvar. ¿Cómo está, pues, rojo tu vestido y tus ropas como las de los que pisan en el lagar? He pisado en el lagar yo solo, y no había conmigo nadie de las gentes. He pisado con furor, he hollado con ira, y su sangre salpicó mis vestiduras y manchó mis ropas. Porque estaba en mi corazón el día de la venganza, y llegaba el día de la redención. Miré, y no había quien me ayudara, me maravillé de que no hubiera quien me apoyase; y salvóme mi brazo, y me sostuvo mi furor, y aplasté a los pueblos en mi ira, y los pisoteé en mi furor, derramando en la tierra su sangre» (Is 63, 1-6). Las manifestaciones que hemos recogido en este apartado ya las hemos calificado de clichés. Desde el uso que se ha hecho de ellas han pasado, como dijimos, al lenguaje poético: Dios ruge en la tempestad y susurra en el follaje. Son fórmulas que contienen unas imágenes en el sentido más verdadero (Os 11, 8-9) 34. IX. ANTROPOMORFISMOS EXISTENCIALES Los llamamos así sin estar seguros de haber acertado con el calificativo adecuado. Podríamos haberlos llamado de múltiples 33 G. H eston D avies , «Theophanies», en The Interpreter’s Dictionary o f the Bible IV, p. 620. 34 H . A. M erten s, o . c ., p. 75.