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46 FELIPE F. RAMOS con el mensaje que tienen que anunciar. Es el ensayo del antropo morfismo encarnacionista que alcanzó su culminación en Jesús de Nazaret. Jesús fue evangelio desde su gestación hasta su resurrec ción. Algo similar y muy cercano se halla personificado en la vida simbólica de los profetas: el celibato de Jeremías significa la separa ción de Dios de su pueblo, al que aleja de su tierra (Jer 16, lss.); en la muerte de la mujer de Ezequiel Dios juega el mismo papel (Ez 24, 15ss.); en la prostitución o el adulterio de la mujer de Oseas se personifica la conducta de Yahvé con el pueblo infiel, y su amor apasionado cuando logra restablecer el amor primero (Os 1, 3 ) 31. Los simbolismos al que tantas veces recurren los profetas son inseparables de la palabra de Dios; son la palabra viva del Dios vivo; son la palabra de Yahvé en acción, «actos en miniatura de su poder»; Yahvé, su palabra y hechos, se unifican en el profeta; las palabras- hechos se hallan penetrados en el profeta por el impulso de la reve lación y por la utilización que hace Yahvé, que le concede el privi legio de ser el mediador. El profeta encarna la acción de Dios porque Yahvé proyecta su acción y finalidad en él; y encarna al pueblo porque él es Israel. Sus acciones son más que ilustraciones dramáticas; ellos son en parte realización de lo que va a ocurrir y en buena parte contribuyen a ello. De nuevo el caso de Jesús de Nazaret puede servirnos de punto de referencia 32. VIII. ANTROPOMORFISMOS LITERARIOS El paso del tiempo hizo que el Dios majestuoso y terrible salie se del terreno de la prosa y pasase al de la poesía. Ésta capta y canta lo que se halla más allá de los acontecimientos narrados; descubre que la terribilidad de «lo sucedido» se halla mitigada por los pensa mientos nobles vinculados a ello; nos enseña la verdadera lección no comprendida por la simple lectura del texto; convierte en simbó- 31 E. R endtorff , «Profetes», en TWzNT VI, p. 8 1 2 . 3 2 J. M uilenburg, «Old Testament Prophecy», en Peake’s Commentary on the Bible, p. 4 81.
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