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DIOS A IMAGEN DEL HOMBRE 45 hombre recibe el encargo de constituir la comunidad de los santos del Altísimo, sigue de lleno en el terreno apocalíptico (Dn 7, 13ss.). Esta novedad profètica deja de serlo si tenemos en cuenta que la proximidad y la realidad de Dios, que nos ha sido velada u ocul­ tada a través de conceptos espiritualizantes, tiene que ser revelada mediante la acentuación de la actualidad-presencia de Yahvé en forma humana. La reaparición de los antropomorfismos se halla justificada desde el contrapunto de una excesiva espiritualización manifestada en los puntos siguientes: • Los antepasados más remotos de Israel —la historia patriar­ cal— vieron la experiencia de su realidad única antes de situarlos en el terreno del conocimiento del Dios único. La religión de «los padres» acentuaba la exclusividad de la relación con su Él y, de este modo, atribuyó un valor único al Dios de las tribus. • La singularidad única de Yahvé aparece en la época mosai­ ca. Esta singularidad intransigente se halla expresada en la exclu­ sión de otras divinidades al lado del Dios único; no se limita al culto de la religión oficial estatal, sino que afecta a los individuos singula­ res; se impone con un poderío tan grande que no es constatable en ningún otro lugar de culto: «No tendrás otros dioses, los que ofrez­ can sacrificio a otros dioses serán exterminados». El Dios celoso excluye el culto a otros dioses, no imitar a los dioses de otros pue­ blos ni aunque aparezcan profetas seductores que anuncien lo con­ trario (Éx 20, 3; 22, 19; 34, 14; Deut 12, 29ss.; 13, lss.). La exclusión de una diosa junto a Yahvé se halla en la misma trayectoria. • La tolerancia frente a los dioses «privados» de otros pueblos encuentra en Israel una total intransigencia (Éx 20, 4; 22, 17: ni imá­ genes, ni hechiceros son tolerados junto a Yahvé) 30. • El Dios majestuoso de la teofania del Sinaí ha ido asimilán­ dose hasta convertirse en la «imagen» terrible de Yahvé. Frente a estas características los profetas han sentido la necesi­ dad de «humanizar» a Dios. Esto los llevó a recurrir a los antropo­ morfismos. Éstos llegan a la identificación de la persona del profeta 30 W. E ich ro d t, o . c ., p. 105 .

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