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44 FELIPE F. RAMOS puede escapar) 28. La amenaza está justificada porque Samaría ha rechazado la palabra que Yahvé dirigía al reino del Norte a través de su profeta. Tanto esta visión de Amos como la de Isaías, que vio al Señor sentado sobre su trono alto y sublime (Is 6, 1), son visiones simbólicas. La visión que tuvo Ezequiel, dentro de su simbolismo: «Sobre el firmamento que estaba sobre sus cabezas había una apariencia de pie dra de zafiro a modo de trono, y sobre la semejanza del trono, en lo alto, una figura semejante a un hombre que se erguía sobre él; y lo que de él aparecía, de cintura arriba, era como el fulgor de un metal resplandeciente, y de cintura abajo, como el resplandor del fuego, y todo en derredor suyo resplandecía» (Ez 1, 26-27), participa ya de las representaciones apocalípticas. Hay una reserva intencionada de ocul tar el misterio divino y su revelación. El recurso a la luz y al fuego, tan característicos de las teofanías, alcanza aquí su culminación. La visión de Dios que tuvieron Moisés, Arón y Abiú, le presenta tenien do bajo sus pies como un pavimento de baldosas de zafiro, brillantes como el mismo cielo. Así es presentado ya en el Éxodo (24, 10). Los otros elementos pertenecen igualmente a las manifestaciones del «Dios de las tormentas». Remitimos a Sal 97, 3-4; Dn 7, 9-10; Hab 3, 4. Las descripciones apocalípticas son identificadas a veces con los rasgos escatológicos. Tanto en unas como en otros reaparecen casi por inevitable necesidad los antropomorfismos: al aparecer Yahvé en el monte de los olivos: «Se afirmarán sus pies (los de Yahvé) aquel día sobre el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al lado de levante; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, de levan te a poniente, como un gran valle; y la mitad del monte se echará al norte, y la otra mitad al mediodía» (Zac 14, 9: La visión tiene la finali dad de afirmar que en la edad escatológica Yahvé será el rey del uni verso. Aquí se acentúa que también lo será de la ciudad de Jerusalén, como se afirma un poco más abajo: «Todos cuantos quedaron de las gentes que vinieron contra Jerusalén subirán cada año a adorar al Rey, Yahvé Sebaot, y a celebrar la fiesta de los Tabernáculos» (Zac 14, 16) 29. Y la visión del «anciano de muchos días», en la que el Hijo del 28 W. E ich ro d t, o . c ., p. 102. 29 W. E ic h r o d t, o . c ., p. 104.
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