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DIOS A IMAGEN DEL HOMBRE 43 Cuando todos estos presupuestos se han cumplido el sueño debe ser considerado en gran medida como un acontecimiento, un rasgo de la historia. No es casualidad que los sueños referidos, tanto en el Antiguo como en el NT no tienen entidad autónoma, no tie­ nen sentido en sí mismos, sino que deben ser considerados en la cadena de la historia del pueblo de Dios 26. El sueño es un medio regular de la revelación, contenido legíti­ mo de la religión yahvista. Los amigos de Job y él mismo (Job 4, 13ss.; 7, 14) consideran los sueños como un mensaje estremecedor de Yahvé. Los lugares de culto eran visitados para recibir revelacio­ nes mediante los sueños (ISam 3, lss.; IRe 3, 4ss.). Entre la profe­ cía y el sueño existe una relación profunda 27. En todo caso, reco­ nozcamos que, en este campo, la psicología con todas sus posibilidades tendría mucho que decir para iluminar esta forma de revelación. VIL EL DIOS MATIZADO POR LOS PROFETAS La literatura profètica nos sorprende con dos factores descon­ certantes: vuelve a manifestarse en ellos la aparición humana de Yahvé, que debe hacerse compatible con una innegable reserva sobre el particular, una reserva que es más insinuada que afirmada. Ya hemos hecho alusión a este fenómeno desconcertante. Quere­ mos ahora tratar más directamente el tema. El profeta Miqueas ve a Yahvé «sentado sobre su trono y rode­ ado de todo el ejército de los cielos, que estaba a su derecha y a su izquierda» (IRe 22, 19). Es una visión imaginativa. La visión que tiene Amos del Señor junto al altar: «Vi al Señor junto al altar, y me dijo: ‘Rompe los capiteles, que se hunda el techo y caiga sobre las cabezas de todos, y a los que queden los mataré a espada. Nadie se salvará, nadie podrá escapar’» (Am 9, 1. La visión tuvo lugar en el santuario de Betel antes de que el profeta lo abandonara para vol­ ver a Judá. Describe la ira de Yahvé, a la que nadie en el universo 26 A. O epke , «Ónar», en TWzNT, p. 229. 27 A. Oepke, o . c ., p. 230.