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DIOS A IMAGEN DEL HOMBRE 35 A modo de apéndice justificador de las monstruosidades atri buidas a Dios en el apartado que está llegando al final, se hace necesario ofrecer unos puntos de reflexión que, de algún modo, las justifiquen: • Antes de encarnarse en Jesús de Nazaret, Dios se encarnó en su prehistoria, que es la historia de la humanidad. Una historia marcada siempre por la violencia, que es connatural al hombre desde su egoísmo innato, feroz y excluyente. Es la historia de ayer y la de hoy. Dios asumió la violencia como realidad universal de la que tenía que levantar al hombre. Éste se imagina a su Dios y lo interpreta con las categorías en las que vivía y que eran las univer sales. El Dios violento de la Biblia debe tomarse en serio y sigue constituyendo un gran misterio para nosotros. • Entre lo que Dios hizo con nosotros y lo que nosotros hemos hecho con Dios existe un paralelismo estricto. Dios nos creó a su imagen y semejanza. Nosotros lo hemos creado a él a nuestra imagen y semejanza. La violencia que hemos proyectado en su ser y en su quehacer: el Dios guerrero y promotor de la gue rra, el Dios vinculado a la guerra santa, el Dios del exterminio y del anatema... es una invención justificativa de nuestro modo de ser y quehacer. El Dios de la violencia no existe. Nos lo hemos inventado nosotros. Y lo hemos revestido de la misma proporción de crueldad que dominaba en las relaciones humanas contempo ráneas. Nos referimos a la época en la que los portavoces de Dios dejaron constancia por escrito de los relatos que nosotros leemos en la Biblia y que hemos tenido delante para presentar al Dios de la guerra. • Nuestro invento ha servido para que la palabra de Dios haya sido encadenada una vez más (2Tim 2, 9). Si queremos que la pala bra de Dios no esté encadenada debemos romper los grilletes que la han aprisionado, encarcelando de este modo al Dios liberador y crea dor de libertad (Jn 8, 31-32). La imagen del Dios de la guerra es una tergiversación del verdadero Dios. Lo malo, o lo peor del caso, es que dicha mentalidad sigue siendo actual para mucha gente. Y por eso siguen y se hacen actuales los interrogantes de siempre. Si existe Dios, ¿por qué no evita la guerra, por qué se autodestruyen los hom bres en constantes guerras fratricidas, por qué mueren los niños ino centes? Interrogantes tan viejos como la humanidad.
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