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22 FELIPE F. RAMOS El poema continúa describiendo la alegría de Jerusalén, la madre consoladora, que derrama abundantemente la leche de sus pechos sobre sus hijos: «Regocíjate, Jerusalén, vosotros los que la amáis, sea ella vuestra gloria. Llenaos con ella de alegría los que con ella hicis­ teis duelo. Para mamar hasta saciaros la leche de sus consolaciones, para mamar en delicia a los pechos de su gloria» (Is 66, 10-11). Yahvé sigue la trayectoria de la madre, se convierte en el consolador de sus hijos: «Como consuela una madre a sus hijos, así os consolaré yo a vosotros y seréis por Jerusalén consolados» (Is 66, 13). Aunque la metáfora se centra en la oración como un niño que es consolado, el que proporciona el consuelo, en un segundo nivel, es Dios, presentado como madre 13. El punto de partida de todo este proceso culmina en los problemas de la crianza que, a veces, manifiestan el deseo de no haber tenido el hijo. También Yahvé es introducido en dicho proceso en un momento difícil en el que el pueblo, hambriento y sediento en el desierto, murmura contra Moisés, y éste, enojado, eleva las quejas a Dios. En su res­ puesta, Yahvé hace referencia al origen del pueblo en su primer momento: «¿Lo he concebido yo o lo he parido, para que me digas: Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño a quien da de mamar, a la tierra que juraste dar a sus padres?» (Núm 11, 12). Los dos primeros verbos son aplicados a la mujer embaraza­ da y que da a luz. Indirectamente, Moisés atribuye estas dos accio­ nes a Dios. Más aún, él considera que Dios tiene que proveer los alimentos para el niño. Y aunque la palabra «nodriza» es masculi­ na (= há -órnen) la imaginería subyacente favorece el significado femenino. Todos los pasajes aducidos nos proporcionan un riquísimo voca­ bulario de imaginería femenina aplicado a Dios. El descubrimiento de este significado atenúa la consideración de Yahvé como divinidad masculina. Ella amplía, justifica y manifiesta la comprensión de la rela­ ción humano-divina, ya que lo femenino, igualmente que lo masculi­ no, representa a la humanidad creada por Dios. Israel reconoce la insuficiencia de todas las analogías para describir la libertad y la tras­ cendencia divina (Núm 23, 19; Is 40, 25; Os 11, 9b) y el AT no alcan- 13 P. Trible, o . c ., p. 369.

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