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BARTOLOMÉ ARAGÓN: ÚLTIMO INTERLOCUTOR DE UNAMUNO 841 propio prologuista, un «claro nacionalsindicalista meridional..., un joven nacido a la vida de la inteligencia bajo el signo del haz». Tam­ bién se dice que refundo en Huelva el periódico falangista La Provin­ cia, que ofreció a Unamuno durante su visita, y que éste rechazó. Es todo cuanto el prólogo refiere acerca de Bartolomé Aragón. Otra persona muy cercana a los hechos, que estuvo aquella noche en el velatorio y escuchó detalles de lo acontecido, el escri­ tor Antonio de Obregón; uno de los falangistas que tuvo más trato con don Miguel y que ayudó a sacar el féretro de la casa mortuo­ ria, dice tan sólo de Aragón que era «un catedrático» o un «colega» de Unamuno. Nota muy genérica como para identificar a alguien en Salamanca 8. Nada aporta tampoco el periodista salmantino J. Juanes, que repite en enero del 40 lo dicho por La Gaceta Regional tres años antes: que Aragón era «profesor auxiliar de la Facultad de Derecho» 9. Y bien poco es lo que añade el jefe pro­ vincial de Falange de Salamanca, Francisco Bravo, que había tra­ tado también a Unamuno y estuvo muy cerca de los hechos. Del joven Bartolomé dice tan sólo que fue «su último interlocutor en este mundo»10. 8 Antonio de O bregón , «Anecdotario de los últimos días de don Miguel de Una­ muno», Domingo, San Sebastián (2-1-1938): 3. Domingo era un semanario madrileño editado entonces en la capital guipuzcoana. Andando el tiempo Obregón repite dos veces más la misma nota de «catedrático» para referirse a Aragón. Más adelante contó así los últimos momentos de Unamuno: «A las cuatro de la tarde recibió la visita del catedrático señor Aragón. - ‘¿Cómo se encuentra, don Miguel? ¿Cómo deja usted el año?’ - ‘Perfectamente. Como nunca de bien’. Estaban en la camilla, junto al brasero. Al lado del cuarto de estar estaba la biblioteca llena de libros. Hablaron de los acon­ tecimientos de aquellos días. De pronto, don Miguel inclinó la cabeza y se puso intensamente pálido. Su interlocutor, creyendo que se quemaba en el brasero, apartó la camilla y vio que la zapatilla de don Miguel ardía sin que él retirase el pie de las brasas... Se dio cuenta de que estaba sin sentido. Rápidamente llamó a la familia y muy pocos instantes después moría sin haber recobrado el conocimiento» (A. de O bre ­ g ó n , «Un episodio histórico. Cómo murió Unamuno», ABC, Madrid, 1-1-1963). Cf. el artículo del mismo autor citado en n. 1. 9 José J uanes , «A los tres años de la muerte de D. Miguel de Unamuno», Fotos , Semanario gráfico nacional-sindicalista, Año IV (6-1-1940) n. 149. 10 Francisco B ravo , «Don Miguel, José Antonio y la Falange», La Gaceta Regio­ nal, Salamanca (31-XII-1961).

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