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876 ANTONIO HEREDIA SORIANO mismo año: «... no sé ni cuántos ni cuáles acudirán a mi entierro. Lo que deseo es que me entierren, que me adentren en sí aque­ llos que me hayan leído. Que son los que me han hecho... Y no me importa cómo me haya visto. ¿Es que yo me veo mejor a mí mismo?»83. Antonio H ered ia S o ria n o 84 Universidad de Salamanca 83 U n a m u n o , OC, VIII, o. c. en n. 2, p. 1146. 84 Nota d e agradecim iento. Este trabajo no hubiera sido posible sin la ayuda de muchas personas e instituciones. A todas les estoy agradecido, pero es obliga­ do mencionar aquí aquellas que han seguido más de cerca mi labor, facilitándome información oral, papeles y documentos. Primero, un recuerdo a la buena memo­ ria de don B. Aragón, quien tuvo la amabilidad de confiarme su manuscrito, R aí­ ces d e E spaña, que tanto me ha ayudado a penetrar en su espíritu. Luego todos los demás: Jo sé Paniagua Melón y su madre, gentiles anfitriones en su casa, que fue antaño la de Unamuno; Eduardo Estévez Garzón, concejal con Unamuno, pro­ digio de memoria y corazón; Enrique Villalobos, hijo de don Filiberto, todo dispo­ nibilidad; Luis Santos Gutiérrez, nieto político de don Miguel, siempre abierto a aclarar mis dudas sobre cuestiones familiares; Araceli y María José, cancerberas celosas en la Facultad de Derecho de tantos papeles viejos, facilitados con permi­ so de la autoridad y con tanta amabilidad por su parte; Archivo General Militar de Ávila, que tan diligentemente me sirvieron los papeles; Ayuntamiento de Santan­ der, que me facilitó sitio para trabajar en su riquísima hemeroteca; Gobierno Civil de Salamanca, que me facilitó pistas sobre sus documentos del tiempo de la gue­ rra, depositados en el archivo Histórico Provincial. No he tinido acceso a ellos por hallarse en proceso de catalogación, y sin embargo son de necesaria consulta para perfilar la biografía salmantina de Aragón. También merece mi agradecimiento el personal de la Casa-Museo de Unamuno y de todos los Servicios de los Archivos universitarios (largo sería mencionar sus nombres, pero los tengo presente)... A todos, muchas gracias por su colaboración. Y, naturalmente, a mi propia familia, cuyo reconocimiento es de otra índole, pero no por eso lo voy a silenciar, pues sin su comprensión y sacrificio no hubiera podido realizar el trabajo.

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