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874 ANTONIO HEREDIA SORIANO lo tenía clavado en el alma, del papel de verdugo que estaba haciendo su milicia en retaguardia, y del temor de que «una gran parte de nuestra juventud caiga en la innoble abyección en que han caído las juventudes de Rusia, de Italia y de Alemania» 78. Ni siquiera quiso aceptar por cortesía o compromiso el obsequio de una revista o periódico que había traído de Huelva. Nada que tuviera que ver con Falange le interesaba ya, él, tan atento siem­ pre a tomar el pulso diario de su España. Pero es que Falange, según Unamuno, había cometido el pecado más grave que a sus ojos podía cometer un hombre o una institución: el ir contra la inteligencia. Origen de otros muchos pecados deleznables..., había mostrado, según él, tanto o más que otros grupos, odio hacia ella. Y así, sin remilgos, se lo encajó a su joven visitante. Aragón, defendiéndose de esta acusación con aplomo, res­ pondió a Unamuno que Falange había hecho un llamamiento a los intelectuales y les prestaría su apoyo 79. Quizá le mencionaría también nombres, principalmente jóvenes, del periodismo, las letras y las ciencias afiliados a su milicia. El caso es que Aragón, el falangista, impresionado tal vez por las palabras de don Miguel, tuvo un momento de descorazonamiento, de desconcier­ to interior..., y no pudo menos de manifestar un cierto pesimis­ mo sobre el porvenir de España. Pero en su expresión encajó la palabra «Dios», y ese matrimonio lingüístico —Dios/España— se le clavó en el alma a su viejo amigo y ex rector. Y aquí se cam­ biaron los papeles, aquí la conversación tomó otro giro. Ahora fue Unamuno quien hizo gala de un optimismo paradójico, de una esperanza trágica, teniendo en cuenta las circunstancias. «/Eso no p u e d e ser, A ragón ! Dios no p u e d e volverle la esp a ld a a Espa­ ña. E spaña se sa lv a rá p o r q u e tiene qu e salvarse». Fueron sus últi­ mas palabras. 78 U namuno , Epistolario..., o. c. en n. 3, p. 351. 79 ¿Se referiría Aragón al último párrafo del escrito redactado por José Antonio en los calabozos de la Dirección General de Seguridad, cuando fue detenido el 14 de marzo de 1936? «La Falange —escribía— cumple su promesa y os convoca a todos —estudiantes, intelectuales, obreros, militares, españoles— para una empresa peli­ grosa y gozosa de reconquista» (J°sé Antonio P rimo de R ivera , Discursos y escritos II (1922-1936)- Recopilación de Agustín del Río Cisneros. Madrid: IEP, 1976, p. 973).

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