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BARTOLOMÉ ARAGÓN: ÚLTIMO INTERLOCUTOR DE UNAMUNO 873 cía el joven que lo visitaba aquel fin de año, acusaba por igual de od io a la inteligencia, de falta de sentido histórico y religioso, de hartura de resentim iento, de ignorancia de España y de pro nunciar el nombre de Dios en vano... Cuando B. Aragón llegó a casa de Unamuno aquella tarde, éste había sido ya exaltado y vilipendiado por uno y otro bando, abandonado por casi todos sus compañeros de Claustro y conter tulios de la ciudad. Su «alterutralidad», fracasada, quedaba como herencia incomprendida en medio del estruendo bélico. Caído en desgracia de todos y de todo, pesim ista, fatigado, acongojado , desengañado..., atormentado quizá por una cierta conciencia de culpabilidad, se recogió en su hogar, «cárcel disfrazada» la llamó él, como en una burbuja de oxígeno, releyendo viejas y nutritivas lecturas 74. Hasta allí llegó, pasando por delante del policía que lo vigilaba, Bartolomé Aragón 75. Lo encontró «extremadamente afec tado en su camilla» 76. Y aparte del saludo ritual y pregunta proto colaria por el estado de su salud, que él quería hacer creer que era excelente, lanzó a su visitante en poco tiempo, apretada y acu ciosam en te, como presintiendo la proximidad de su fin, todo cuanto había venido escribiendo pública y privadamente en los últimos meses. No le habló del «pobre general Franco», de «este supuesto caudillo», por quien todavía sentía un hilillo de confian za. Le habló, en cambio, con amargura y dolor, de otras cosas 77. Aprovechó que estaba delante de un falangista para quejarse y protestar precisamente de Falange, y hasta le habló acaso, porque pp. 1315-1316; I d ., República española..., o. c. en n. 55, pp. 357, 386-389; I d ., Epistola rio..., o. c. en n. 3, pp. 349-355. 74 Hacía dos años largo que había escrito a un «padre acongojado»: «Amigo mío, yo, en mis últimos días, cuando entran tiempos difíciles, me consuelo y recon forto releyendo a mis evangelistas. Que no son sólo Mateo y Marcos, y Lucas y Juan, y Pablo, sino otros también. Entre ellos Spinoza y Kierkegaard...» (OC, VII, o. c. en n. 2, p. 1053). 75 El día anterior, 30 de diciembre, fue también a visitarlo su compañero de la Facultad de Filosofía y Letras, Francisco Ynduráin. Cf. su artículo: «Con Unamuno en su estudio, la víspera de su muerte», Ya, Madrid (31-XII-1986). 76 B. A ragón , Raíces de España. Inédito, p. 6. 77 Cf. el prólogo de Ramos Loscertales en: B. A ragón , o . c . en n. 6, pp. 13-16.
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