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870 ANTONIO HEREDIA SORIANO Cuando Bartolomé Aragón Gómez fue a ver a Unamuno el 31 de diciembre de 1936, no era sólo un catedrático de la Escuela de Comercio ni un Profesor auxiliar de la Universidad quien iba a visi­ tarlo; era un docente y un jurista que ocupaba ya por entonces (o estaba a punto de ocupar) cargos de confianza al servicio de la Junta Técnica del Estado creada por Franco (29-IX-/1-X-1936). Un soldado voluntario del Ejército nacional donde llegaría a ser muy pronto alférez provisional de Intendencia y más adelante teniente del mismo arma. Un nacional-sindicalista convencido de la bon­ dad del corporativismo que él llamaba «integral» para distinguirlo de los ensayos primorriverista (Eduardo Aunós) y social-azañista (Largo Caballero), doctrina político-económica propuesta como remedio a los grandes males de la patria, esperanzado de superar la lucha de clases tanto como la injusticia social. Un militante de Falange Española de las JONS (todavía no se había hecho la unifi­ cación), partidario de un régimen de autoridad, jerárquico, defen­ sor de la unidad y grandeza de España, cuyo destino histórico tras­ ciende a los partidos y sistemas de Gobierno; apologista de un Estado Nuevo totalitario, que pusiera freno al anarquismo y socia­ lismo revolucionarios tanto como al capitalismo liberal insolidario y a la democracia demagógica y conservadora (o seudo-progresis- ta) de los privilegiados de todas clases..., y a los separatismos mor­ bosos que apuntaban desde fines del siglo xix. Un joven negador del materialismo histórico y lleno de fe —civil y religiosa— en España. Ese era el B. Aragón que fue a ver al Unamuno cordial­ mente individualista, liberal y democrático, muy a lo siglo xix, al estilo doceañista, aquella última tarde de 1936. Mucho tenían en común el viejo ex rector y el joven catedráti­ co, pero mucho también le separaban. Unamuno había criticado duramente «aquella» República de comportamiento anti-liberal y lai­ cista; había tachado de «camelo» su Constitución y denostado el Frente Popular y los separatismos; había descargado tinta contra la anarquía y había denunciado la lucha de clases y el odio mortal que de alféreces provisionales, a los que acudió para obtener ese empleo. Así pues, Ara­ gón no examinó ni en diciembre del 36 ni en enero-febrero del 37. Sí examinó, en cambio, en enero de 1938, tanto en Derecho como en la Escuela.

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