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866 ANTONIO HEREDIA SORIANO la que le hizo escribir ese adjetivo, y retroproyectarlo. Es cierto que a B. Aragón, como a tantos y tantos españoles, la guerra frustró planes de ejecutoria personal 6o. Quizá, desde esta perspectiva, pueda comprenderse también la calificación dada a la guerra civil en sus años maduros. En todo caso, maldita o no para él entonces, la guerra le cogió de vacaciones en Huelva, marchando en seguida al frente más pró­ ximo de batalla, probablemente como «camisa azul». En efecto, una vez la capital onubense en poder de los nacionales (29 de julio de 1936), se encuadró como voluntario a mediados de agosto en la columna Tercio de Requetés «Virgen del Rocío», comandada por el teniente de navio Pedro Pérez de Guzmán y Urzaiz61. Esta columna tomó parte en la liberación de los pueblos de la provincia de Huel­ va, operando sobre todo en la cuenca minera de Río Tinto. Esto, unido a su militancia en la Falange de Huelva, donde estaba agre­ gado a su Jefatura 62, explica que Aragón, a pesar de estar obligado 60 Él mismo dice que estaba preparando «nuevas oposiciones», probablemente a cátedra de Universidad. La guerra frustró sus planes. 61 Cf. n. 4 . Al comienzo de la guerra, a falta de un ejército regular bien consti­ tuido, se formaron numerosas columnas de voluntarios, generalmente mixtas, como era ésta en la que se enroló B. Aragón. Mandadas por un militar profesional, esta­ ban formadas comúnmente por voluntarios falangistas y requetés, algunos números de los Cuerpos armados y pocos soldados de reemplazo. No eran unidades adiestra­ das para la guerra, por más que estuviesen dotadas de un alto espíritu combativo. Refiriéndose a los días iniciales del Movimiento, escribe M. Aznar sobre estas colum­ nas o unidades: «En realidad, se contaba con muchos combatientes dispuestos al sacrificio de su vida, pero no se puede decir sin exageración que, fuera del Ejército de África, hubiera soldados. Es, por consiguiente, justo, cuando se habla de los efec­ tivos movilizados en aquella época, decir que se contaba con esta o aquella cifra de hombres, pero sin asegurar que las unidades iban integradas por soldados auténti­ cos. El soldado es el hombre que comprende y conoce la guerra; los valerosísimos voluntarios de la primera época tenían del combate, de la maniobra, del fuego y de la trinchera, una idea puramente literaria y romántica» (Manuel A znar , Historia mili­ tar de la guerra de España, I. Madrid: Edit. Nacional, 1969 , p. 135 . Sobre la compo­ sición de estas columnas o unidades y su actuación en la región de Huelva y otros frentes, véanse también pp. 140 - 143 , 164 , 211 - 217 ). 62 Cuando Aragón marchó de vacaciones de verano, no dejó su dirección. Por eso la Escuela de Comercio no pudo enviarle a Huelva la paga de julio. Sin embar­ go, una vez iniciada la guerra, y en la primera decena de septiembre, se recibieron por vía externa noticias suyas. Se le comunicó entonces por telégrafo que la paga

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