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854 ANTONIO HEREDIA SORIANO manifiesta que, conocedor del incidente de octubre, pensó «que esta ría muy solo», y quiso verlo42. c) Su amistad con Unamuno. Aragón debía ser para él una persona bien conocida 43. d ) La duración de la entrevista. Sería sobre una hora 44. e) Sobre las circunstancias del fallecimiento. Pasado ese lapso de tiempo, una hora, Aragón notó que Unamuno palidecía y perdía el equilibrio, vacilaba, a la vez que percibía «que del brasero emanaba un extraño humo», creyendo «que, en un principio, el tufo le estaba mareando». Sin embargo, «estaba en un error. Sus piernas se le aflojaron y las introdujo en el brasero. Todo sucedió muy rápidamente. En ese instante me levanté y pedí auxilio. Vino la criada y con su ayuda le cogimos y dejamos su cuerpo sobre un diván» 45. f ) Localización genérica de la farmacia donde adquirió una medicina para Unamuno. «Yo estaba estremeci do ante la escena —sigue diciendo Aragón— . Inmediatamente llegó un médico, quien me indicó que le trajera una medicina; medicina que adquirí en una farmacia de la plaza Mayor. (El médico pudo ser don Filiberto Villalobos, ex ministro, que vivía muy cerca de la casa de Unamuno). El doctor, en vista de mi nerviosismo, me recomendó que me marchara a descansar, lo que hice con prontitud»46. 3) Por 42 Esta afirmación no empece que llevase también a Unamuno el manuscrito de su libro. En los apuntes inéditos consultados, posteriores a la declaración a ABC, en medio de fallos de memoria por superposición y mezcla de hechos, dejó escrito a propósito de su visita a Unamuno: «Sentí verdadera necesidad de estar al lado de don Miguel y solicité, por teléfono, de su hijo Rafael, si podría ir a saludarle. La con testación fue, como siempre, de lo más cordial» (B. A ragón , Raíces de España. Iné dito, p. 6). 43 Eso se deduce al menos de esta frase: «Le llamé por teléfono, y su hijo Rafa el, que atendió la llamada, me dijo que no quería que lo visitara nadie, pero que, tratándose de mí, haría una excepción». La cursiva es nuestra. 44 Según esto, si la llegada de Aragón a casa de Unamuno fue, como reafirma, sobre las cuatro y media de la tarde, la muerte del ex rector debió producirse una hora después; esto es, entre las cinco y media y las seis de la tarde. 45 Nótese que no recoge Aragón la presencia de María, la hija de Unamuno, ni de doña Pilar que, según el testimonio de ésta a la señora Rudd, a los gritos de auxilio de Aragón acudieron a la habitación donde se hallaba Unamuno. El silencio no implica negación. Probablemente eran personas desconocidas para él. Sólo recordó a Aurelia, la criada, que sí la conocía porque fue la que aquella tarde le abrió la puerta de la casa. Obsérvese también que hay otros elementos nuevos en esta versión de Aragón. 46 En la plaza Mayor había dos farmacias, la de Urbina, todavía en el mismo sitio, inmediata a la escalera que da a la plaza del Mercado, y la de Rodríguez Para-
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