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BARTOLOMÉ ARAGÓN: ÚLTIMO INTERLOCUTOR DE UNAMUNO 853 uno de los nietos de Unamuno y el artículo de Elias Díaz. En la pri­ mera, Miguel de Unamuno Adarraga, hijo de Fernando, el mayor de don Miguel, y de Mercedes, dice al final de la entrevista que su abuelo «murió repentinamente de un derrame cerebral mientras hablaba con una persona, un falangista. Algunos falangistas iban a verlo, todavía tenían la esperanza de convertirlo al falangismo. El hombre se asustó y salió gritando que él no había hecho nada; el ambiente de Salamanca era tal después de lo del 12 de octubre que se podía pensar hasta que lo podían matar» 39. Por su parte, Elias Díaz también visitó a Bartolomé Aragón para recabar información de primera mano. Pero ninguno de los dos amplía el conocimiento que ya se tenía por esos años de aquel joven falangista. Coincidiendo con el cincuentenario de la muerte de Unamuno, ABC Literario le dedicó también varias páginas. De ellas interesa destacar a los efectos de este trabajo la entrevista que hizo a B. Ara­ gón el periodista Pérez Mateos 40. Teniendo a la vista todo cuanto hemos ido recogiendo, y comparándolo con este nuevo testimonio público de don Bartolomé, dado a los setenta y siete años de edad, cincuenta años después de los hechos, hay que decir: 1) Que en esta entrevista funde lo esencial de su primer testimonio y lo que comunicó a la señora Rudd. 2) Que introduce algún dato nuevo, entre los que destacamos: a) Un juicio personal sobre Unamuno. Dice de él que «era un personaje difícil, a quien le gustaba que le llevasen la contraria»41, b) El motivo de su visita al ex rector aquella tarde. Silencia lo de la presentación del manuscrito de su libro y 39 Obsérvese que el nieto de Unamuno emplea la expresión «derrame cere­ bral» en vez de «congestión cerebral», como hizo González Egido. El médico que certificó la muerte de don Miguel, el doctor don Adolfo Núñez Rodríguez, dijo que la causa inmediata de ella fue una «hemorragia bulbar», y la causa fundamen­ tal que la produjo, la «arterioesclerosis e hipertensión arterial» (Certificado de defunción de Unamuno. Juzgado n. 5 de Salamanca). Este médico, amigo de don Miguel, vivía en la calle llamada entonces Doctor Riesco, 35 (frente al Liceo), en el edificio donde hay hoy una farmacia, cuyo anterior propietario fue precisamen­ te don Quirino Rodríguez Paradinas, que regentaba una de las farmacias de la plaza Mayor cuando la muerte de Unamuno (cf. n. 46). 40 ABC literario, Madrid (27-12-1986) XXIV. 41 Este juicio tiene interés para comprender por qué Aragón le «cayó muy bien» a Unamuno, como él mismo dice. Más adelante nos detendremos en este punto.

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