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848 ANTONIO HEREDIA SORIANO Manuel García Blanco 24. Y a su contenido esencial apeló de por vida el propio Aragón, reafirmándolo en toda ocasión. La última vez que yo sepa, dos años y un mes antes de morir, cuando lo visité en su casa madrileña el 28 de enero de 1997. Me entregó entonces un inédito suyo escrito a máquina para mi uso particu­ lar, donde consta la reafirmación de aquel documento. Pero la autora norteamericana tuvo el mérito de explorar también otro testimonio oral, el de doña Pilar Cuadrado, que le facilitó algún que otro dato complementario 25: 1) Que Aragón se encontró solo en casa de Unamuno porque Felisa había salido antes en compañía de un vecino a llevar a su sobrino Miguelín a ver los nacimientos; y María, su hermana, se quedó en casa de doña Pilar ayudándole a cuidar de su hija Paquita, enferma en la cama 2<s. 2) Que cuando llegó Aragón, sólo estaba en casa Aurelia, la sirvienta, que llevaba con la familia Una­ muno casi desde que nació Miguelín. Una vez introducido Aragón, se fue a la cocina a trabajar27. 3) Que, según Felisa, Bartolomé estuvo charlando con don Miguel unos quince minutos 28. 4) Que en cierto 24 Cf. Manuel G a r c ía B l a n c o , o . c . en n. 18, p. 104. Eugenio Montes también declaró que la muerte de Unamuno «nadie lo ha contado con tanta exactitud como Ramos Loscertales en el prólogo a un libro de don Bartolomé Aragón» (El Adelanto, Salamanca, 29-9-1964, p. 2 del folleto conmemorativo). 25 Es posible que a la vista de cómo narra el testimonio, charlase también con Felisa, pero no es seguro. Lo que pone en boca de la hija de Unamuno pudo muy bien contárselo doña Pilar, por haberlo oído ella misma de Felisa. 26 Téngase en cuenta la versión de Felisa en 1964 sobre dónde se encontraba su hermana durante su ausencia (cf. n. 23). Hay diferencia respecto del testimonio de doña Pilar. Según Felisa, María se hallaba en su casa, «en otra habitación». En este punto parece más fiable el recuerdo de doña Pilar, aunque sólo sea por haber permanecido en su casa, que lindaba con la de Unamuno, en el momento del óbito. Sus puertas, muy próximas entre sí, daban al mismo rellano. Es, pues, muy verosí­ mil, como lo cuenta, que acudiera inmediatamente desde su casa junto con María a la habitación donde estaba Unamuno ya inconsciente. 27 La cocina estaba al otro lado del jardín, y desde ella podía accederse a éste y a la galería alta, desde donde podía verse la habitación en que se hallaban Una­ muno y Aragón. 28 Lógicamente, el tiempo que estuvo Aragón con don Miguel lo debieron saber doña Pilar y Felisa por Aurelia o por el propio Aragón. No obstante, en una entrevista que se hace a éste en 1986, se amplía el tiempo de conversación a una hora. Según esto, si la llegada de Aragón a casa de don Miguel fue sobre la 16.30, como lo recoge Ramos Loscertales en 1937 y el propio Aragón en 1986, la muerte de Unamuno debió

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