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LA ESCLAVITUD EN EL MUNDO ANTIGUO 833 bre terrena. Vosotros, siervos, debéis a vuestro señor fidelidad en la servidumbre que tenéis encomendada, porque quien no da el ob sequ io debido a su señor carnal con piadoso y puro corazón es culpable, com o sometido al hombre, ante Dios, que ve los corazones y que te hizo igual por la gracia a quien la con ­ dición servil te hiciera desigual»131. El último autor al que hacemos mención es san Hilario de Poi- tiers. Comentando el salmo 125 presenta una síntesis perfecta sobre el planteamiento de la esclavitud para los Padres de la Iglesia. En un lenguaje eminentemente paulino, distingue la esclavitud corporal de la del alma. La primera, según él, es grave, pero parece nimia e insignificante al lado de la esclavitud del alma, que impide el desa­ rrollo y el crecimiento del hombre. «Ciertamente es grave la cautividad corporal, la cual, perdi­ da la libertad, nos somete al dominio del vencedor. Sin embar­ go, los cautivos son siervos según el cuerpo, mas de ninguna manera pierde la libertad el alma fiel. Ejemplos de esto son los tres jóv en es que cantaban entre las llamas, Daniel en el foso de los leones, Eleazar fiel a las leyes de sus padres (2 Mac 6), los siete mártires con su madre, que elevaban acciones de gra­ cias a Dios en medio de los tormentos (2 Mac 7). ¡Cuán mayor desgracia la cautividad del alma! Si alguien es cautivo de la ava­ ricia, por medio del cuerpo atraca y roba; si le domina la luju- 131 «Rationem reddet et miles, si paruit imperatis, si concussit neminem, si accepta stipendia iustissimo labore pensavit. Iudex quoque iudicii sui supernum iudicem sustinebit. Et tu, qui dominus es domus tuae, dispensatorem te positum plus quam dominum volo credas, ut exhibeas coniugi simplicem caritatem, doc- trinam que ei, quam didiceris in ecclesia, prudenter infundas, cui apostolus in ecclesia tacere praecipit, et domi discere te docente, dicens: mulieres in ecclesia taceant, sed domi viros suos interrogent. Filiis impendas affectum sobrium, solli- citam curam, eos que fideliter in domini enutrias disciplina; servis victum et vesti- tum debitum reddas, remittas culpas, minas temperes, imperes disciplinam, et habeas eos fratres progenie caelesti, quos subditos mundana possides servitute. Vos quoque servi debetis deo fidem in ipsa, quam geritis, servitute, quia qui pio et puro corde carnali domino debitum non reddit obsequium, Deo ante, qui corda videt, quam homini tenetur obnoxius, qui te parem fecit per gratiam, quem con­ ditio fecerat disparem vilitate servili»: P edro C risólo go , Collectio Sermonorum , 26 (P L 52, 272; CC SL 24, 227).

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